38 - ¿Final feliz?

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Narradora.

El juicio comenzó, se escuchó la voz del juez dando inicio. Ayano volteo a ver con odio a Megamo, jamás creyó odiar tanto a alguien hasta que lo conoció a él, a ese monstruo que juraba ser una buena persona ante el juez y que todo lo que había hecho, lo hizo por supuesto amor.

Toda cordura —muy poca de hecho— e inteligencia se había perdido. Babosada tras babosada salía de su boca y ni el mejor abogado de Japón fue capaz de reducir su condena, y aún mejor, ni el dinero fue capaz de hacerlo.

Finalmente se estaba haciendo justicia.

Justicia para todas las personas que sufrieron por culpa de los Saikou.

Justicia para aquellos que callaron por miedo a ser asesinados.

Justicia para Supana Churu.

Justicia para Oko Ruto.

Justicia para Budo Masuta.

Justicia para Ayano Aishi.

Y justicia para Yanagi Aishi.

— La corte declara culpable al acusado y lo sentencia a cadena perpetua — Ayano sonrió. Y se desconecto por un momento, pensando en como reaccionaria Yanagi ante esto.

Que triste.

Salió de sus pensamientos cuando escucho el martillo del juez y su voz dando por finalizado el juicio.

Ese mismo día, se declaró culpable a Ichirou Saikou a cadena perpetua. Ryoba iba ser condenada a setenta años solo que fue sumisa y ayudó en contra de Ichirou. Por lo tanto, su condena fue reducida a sesenta años de cárcel, y estaba feliz con eso.

Su corazón lloraba, había traicionado al amor de su vida pero debía ser egoísta porque de amor no se vive, finalmente lo entendió todo.

— ¡PERRA TRAICIONERA! — el peliblanco intento acercarse a Ryoba para golpearle, sin embargo unos oficiales lo detuvieron — No sabes cuánto hice por ti, cuánto luché por nuestro amor... Juré que si algo te pasaba, haría sufrir al mundo — Ryoba tragó duro, era difícil para ella verlo así.

Tan destrozado.

Tan débil.

Y lo peor, es que él ya no era suyo.

— Lo peor es que te sigo amando — dejo de verla, cuando los oficiales lo estaban sacando a la fuerza.

Mordió su labio, que temblaba, sentía la opresión en su pecho. Sin objeción, se dejó llevar, sabía lo que le esperaba en la cárcel.

Ryoba no era débil y no por un corazón roto, por la muerta de alguien importante dejaría de ser lo que es.

***

Al siguiente día de haberse instalado en la cárcel y haber impuesto respeto, le llegó una carta de divorcio que firmó sin rechistar.

Dejaría de hacer sufrir a un hombre, que solo tuvo al lado para ocultar sus sentimientos y hacer feliz a su madre, ya que nunca le agrado Ichirou hasta el día de su muerte. Al terminar le lanzó la carta al abogado y se fue de nuevo a su celda, tenía sueño y nadie era capaz de molestar a la temida Ryoba Aishi.

Por otro lado, se hizo el funeral de Yanagi.

Todo era silencioso, nadie hablaba, varias personas lloraban en silencio, incluida Ayano que miraba como estaba siendo cremado. Sus mejillas se empaparon de tantas lágrimas que un momento pensó que se le acabarían.

Abrazó la urna y sollozó en lugar apartado, creyó que estaba sola hasta que sintió el abrazo frío de Oko Ruto, no dijo nada, decidió consolarla en silencio como los demás chicos que se acercaban con comida.

Ella había salido del hospital con la condición de que se haría controles semanales, llevaría una dieta y estaría cumpliendo con tomar vitaminas. Se estaba saltando casi todo y ellos no permitirían eso.

La amaban tanto que sufrían de verla así.

Consigo trajeron unas mesas y sirvieron la comida en mucho más silencio, que a todos parecía fastidiarle.

Ordenaron las sillas y Osoro se acercó a ella, acarició las manos de la contraria para luego separarlas de la urna, se la quito y la puso con mucho cuidado a un lado, tomó sus manos dándole dulces besos.

Ninguno de los chicos sintió celos.

La guío —en la silla de ruedas, ya que sus piernas aún seguían débiles— hacia la mesa, la acomodó y ella agarró el tenedor. Sería una mentira si dijera que no se moría de hambre, lo disimuló comiendo pausadamente sin hacer ningún gesto. Así que hicieron lo mismo, también decidieron consolarla en silencio.

Unas palabras no le devolverían a Yanagi. Ella agradecía que no le hablarán por qué no respondería ante nada.

Suspiró cuando acabó, miró a cada uno de los presentes.

— Gracias.

Fue lo único que dijo durante una semana.

***

Los chicos se turnaron para cuidarla esa semana y la siguiente. En las noches se quedaba despierta, esperando la visita del pelirrojo que siempre venía a hacerle compañía, contándole chistes malos y hablándole sobre tecnología, muchas cosas no las entendía pero no decía nada y se mostraba atenta, ya que no era la única que estaba sufriendo y la forma en que Info-kun se desahogaba era hablando sobre lo que más le gustaba.

Extrañaba a su amigo.

A la mañana siguiente se levantó, en ese vio a Aso entrar con el desayuno, una tierna sonrisa adornaba su rostro.

— Buenos días, princesa — no espero que le respondiera. Se acercó dejando el pequeño desayuno en sus piernas y sentó a un lado de ella, subiendo sus pies, dejando caer su cabeza en el hombro de la menor — hoy tu padre se encuentra mejor — comenzó a contarle — ya sale de su habitación y por lo menos come así sea una manzana, se nota que quiere mejorar y todo lo hace por ti.

Ayano finalmente sonrió, una sonrisa hermosa de gratitud.

— Él te ama mucho, niña, más que nosotros.

Asintió y dejó un beso en su cabeza. Los quería tanto que hasta un punto dolía, no quería dejarlos pero ya había tomado una decisión.

Continuará.

¡Hola! ¿Cómo están? ¿Qué les pareció el capítulo? No me convenció tanto tot.

Finalmente, luego de dos años he decido abrime con ustedes. Pueden ir a seguirme a Instagram como @caramelitosamargos, si lo desean, haya hay foto carita y hay una parte más abierta de mí.

Los quiero. <3

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora