39 - Él solo era un chico más que cayó rendido ante sus encantos.

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Narradora.

Ayano comenzó a tener tanto terapias físicas como psicológicas, ya no era la misma chica que habían conocido meses atrás, que se reía por todo, que tenía un gran carácter y no se dejaba afectar por nadie, no había ni un solo rastro de ella. Finalmente, se había convertido en una hermosa muñeca de porcelana... Sin vida alguna, así decían las personas que tenían la suerte de encontrarse con ella. 

Osano la miró con lastima sin saber como acercarse a ella, anhelaba ver su sonrisa o escuchar su risa de nuevo, le hacía demasiada falta, no solo a él sino a todos los chicos. Con cautela, acarició la mejilla de la contraria, era suave y fría al tacto, ante la acción del chico ella solo cerró sus ojos disfrutando, le recordaban a Yanagi. 

Sintió su labio temblar, quería llorar; esto solía suceder con frecuencia cuando recordaba a su hermano, le habían arrebatado una parte de ella y jamás lo perdonaría. tenía sed de venganza, de torturar a Megamo, hacer que rogara por perdón y finalmente asesinarlo, esto solo quedaba en su imaginación ya que era incapaz de hacer eso. 

La menor extendió su mano hacia el peli-naranja, esperando a que la tomara, este no dudo en hacerlo ni un segundo, besando el dorso de su mano con amor. 

— Aquí estoy para ti, Yan-chan, estoy aquí para protegerte — prometió abrazándola por la cintura, sentándose en el piso, gracias a que aún debía utilizar la silla de ruedas. Le costaba aún caminar por si sola y si lo hacía, estaban detrás los chicos vigilando que ella no se cayera y pudiese lastimarse. 

Sin decir una palabra, asintió regalándole una pequeña sonrisa, escasas veces sonreía. Como decía anteriormente, le habían arrancado a Yanagi, su fuente de luz, la parte que la completaba y la hacía sentir viva, ¿Cómo podría continuar si no lo tenía ya? Era una rabia incontrolable para ella, deseaba quitarle algo muy preciado a Megamo y eso era ella, sin embargo, nadie dejaría que hiciera tal atrocidad, suicidarse. 

— Quiero ir a mi habitación, estoy muy cansada, por favor — sabía que allá la estaría esperando Kizano junto a una rosa.

Kizano le prometió darle una rosa cada vez que la viera, era su forma de demostrarle su amor. No eran flores reales, ya que no deseaba que se marchitaran y su amada se sintiese triste por eso. Además, había un significado aparte, su amor jamás se marchitaría como aquellas flores de plástico, porque a pesar de que no fuesen reales se mantendrían con ella... Sin lastimarla con sus espinas, sin sus pétalos caerse o morir. Ella no merecía más perdidas.

Al llegar a su habitación, él estaba ahí sentando sobre la cama con una sonrisa de un tonto enamorado junto a una rosa en su mano. Osano la atrajo hasta la cama, recostándola ahí y plantando un beso en su mejilla como despedida. En ese instante, que el peli-naranja desocupó la habitación, Kizano se recostó a su lado atrayéndola hacia su pecho en busca de hacerla sentir segura, ella no tardó en acurrucarse y sentirse relajada. Él se había vuelto parte importante de su vida sin notarlo.

Cuando salía de su sesión de terapia, él estaba ahí esperando para llevarla a casa y asegurarse de que comiera, depositar unos cuantos besos en el dorso de su mano, recostarse con ella hasta que se durmiera y finalmente irse. Así sucedió, luego entró Mujo con unos cuántos peluches para que le hicieran compañía. 

Sentándose en el piso, entrelazo sus manos, quedándose a su lado hasta que fuese el siguiente día y su padre se encargara de ella. Entre todos se turnaban para hacerle compañía y ayudarle a superar sus traumas. 

Al mediodía llegó Hanako con un almuerzo echó por el mismo, entusiasmado le sirvió en un plato y lo colocó en su regazo ayudándola a comer, todos la trataban como una muñeca de porcelana sin darse cuenta.

***

La chica observó por su ventana con aburrimiento el sol esconderse, esta vez nadie había podido quedarse con ella por más que intentaron aplazar sus compromisos. No le afectaba mucho, porque sabía que no estaba sola, a su lado estaba Oko jugueteando con su cabello y pronto vendría Info-kun a hacerle compañía con sus chistes sarcásticos y los momentos cariñosos que salían de él sin darse cuenta.

Porque aunque su amor se pareciera al de Megamo, jamás sería capaz de dañarla de alguna forma. Prefería enterrarse una daga en el corazón antes que solo siquiera pensar en lastimarla. Ella era su reina, su musa, su todo.

Y sin ella, todo era el caos que dudaba que alguien pudiese luego arreglar. Info-kun ya sabía de sus planes y por más que le doliera en el corazón, lo aceptaría porque ella no era suya y no podía decidir por ella... Él solo era un chico más que cayó rendido ante sus encantos.

— Aquí estoy, preciosa  —susurró abriendo la ventana y colándose a la habitación. Con una sonrisa, le enseñó unos dulces que había comprado exclusivamente para ella, la ayudaban a calmar su ansiedad — aquí estoy para ti y siempre lo estaré.

Continuará.

Sé que es algo corto pero, me concentré más en demostrar en como estaban sucediendo las cosas luego del suceso. Espero que les haya gustado, nos vemos pronto.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora