34 - Si tu te hubieses preocupado más por ella no estaría siempre en peligro.

501 65 69
                                    

(el capítulo puede tener detalles explícitos que pueden resultar perturbadores para algunos lectores)

Narradora.

Sonrió al ver las fotos, había ganado finalmente. Sus subordinados lo miraron.

— ¿Las fotos sirven? —susurró uno de ellos.

— Claro que sí, atacaremos pasado mañana, enviaran las fotos a la policía media hora después de que estemos allá. —asintieron y se fueron cuando sabían que ya no eran necesitados.

Acarició la foto de la pelinegra, en ese momento salía del instituto luego de su primer día. Megamo ni Info-kun eran los únicos que la espiaban. Él... Lo hacía, no por amor ni por algún sentimiento parecido, solo quería darle libertad a aquella chica, libertad que no le pudo dar a Sakura al llegar tan tarde.

Esta vez lo lograría, no era díficil saber cuándo Megamo se "enamoraba", todas sus actitudes se volvían sospechosas. Luego solo tuvo que investigar quién sería la nueva víctima, los del consejo eran buenos disimulando pero no lo suficiente para el Yakuza.

— Aún no te entiendo. —susurró su hermano menor entre las sombras mirándolo confundido.

— Solo quiero salvar una vida.

— Ajá, pecar y rezar para así empatar. —alzó una ceja.— salvar a una chica no hará que te salves del infierno.

— ¿Crees en eso? —carcajeó y se limitó a limpiar su pistola, deshaciéndose de la nueva marca de sangre.

— A algún lado nos iremos a pudrir luego de la muerte. —contestó desinteresado.— espero que sepas lo que haces. —dio por finalizada la conversación y se fue dejando a su hermano mayor con un mal sabor de boca.

— Ya veremos, imbécil. —apuntó al cuerpo que se encontraba en un rincón sollozando, por un rato había sido ignorado pero su llanto era tan molesto.

Sin temblar jaló el gatillo, la bala dio en su cabeza traspasandola y finalmente manchando la pared. Una mueca de desagrado apareció y gritó llamando a una de las mujeres del servicio para que se encargara del desastre.

***

El peliplateado entró a la habitación y sonrió al ver a su amada aún durmiendo, se veía como un ángel. Su respiración era tranquila y parecía estar cómoda, luego de un mes al fin dormía plácidamente, aunque sólo fuera esta vez. Se acercó lentamente y se recostó junto a ella, se dedicó a acariciar su cabello hasta llegar a su mano vendada. Recordando con una sonrisa como Ayano había asesinado por accidente a la cocinera, pero luego de enfureció al recordar que todo había sucedido porque ella intentaba evitar aquella muerte, lastimando así su mano en el fallido proceso.

Luego de aquel agridulce momento, mando a que bañaran a Ayano, mientras lo hacían, él fue a la cocina y tomó un gran cuchillo afilado y comenzó a descuartizar a la mujer. Al terminar, se encontró asqueado al sentir la sangre por todas partes, limpió su frente sudada y agarró una de las manos sonriente.

— Trae una maldita caja. —le gritó a uno de sus empleados, siete empleados vieron el espectáculo con un horror, queriendo vomitar pero se aguantaron ya que podían morir si lo hacían.

El muchacho, no más de veinte años regresó corriendo con la caja e hizo una pequeña reverencia al peliplateado. Relamió sus labios y colocó la mano adentro.

— Envía esta caja a la residencia Aishi, rápido.

Volviendo de sus recuerdos, puso toda su atención en la pelinegra que apenas iba despertando y se llevó un susto al ver al dueño de sus eternas pesadillas. Saltó de la cama e intentó defenderse.

— Tranquila, princesa, no quiero hacerte daño.

— D-desde que llegué acá, es lo único que me has hecho. —le dijo con dolor.

— Claro que no, mi cielo. —negó con una sonrisa de oreja a oreja y se acercó a ella.— he hecho lo posible por darte todo mi amor pero lo rechazas siempre. —lo último lo dicho rabia, tomó su mano y la tiró a la cama.

— No quiero tu amor. —comenzó a llorar rogándole que se apartara.

— ¿Por qué? —preguntó dolido.

— ¿Quién querría el supuesto amor de alguien que priva de la libertad y corrompe la estabilidad mental de alguien? Yo no querría a una persona así, no quiero tu puto amor.

Megamo la abofeteó y suavizó sus facciones.

— Sabes... Y sin notarlo me estaba enamorando de ti bella sonrisa... Gracias a ti me di cuenta que era un enfermo, por un amor no correspondido.

Ayano sonrió sin gracia.

— Me alegro de que reconozcas qué eres un enfermo. —evitó mirarlo.— sin embargo, tu no me amas, estás obsesionado.

El mayor apretó los puños con rabia y se fue dando un portazo, a los segundos entro Amao con el desayuno, la veía preocupado. La mejilla seguía roja.

— ¿Te duele mucho? —dejó la bandeja en la mesita para luego sentarse a un lado y acercar su mano para acariciar su mejilla, Ayano se alejó con repelencia.

— Midori tenía que traer mi desayuno. —trago grueso y miró al techo.

— Yan-chan... —apretó sus labios tristes.— la señora Gurin la asesinó.

Rápidamente lo miró con sorpresa, tapó su boca callando su sollozo, no era posible... Su mejor amiga no estaba muerta.

— Mientes. —intentó convencerse.

***

Yanagi lanzó el plato de comida a la pared, cuando apenas se lo habían servido.

— ¡Cálmate! —le gritó el señor Aishi harto de su comportamiento.— no eres el único que sufre por su desaparición.

— Pero parece que él único que de preocupa por ella soy yo. —lo miró desafiante.

— Yanagi, cielo. —Ryoba pudo una mano en el hombro de su hijo y apretó, le sonrió macabra.— Tu padre dijo que te-

— Me importa un culo lo que dijo mi padre. —con arrebato quitó la mano de su madre.

El señor Aishi se levantó ya más enojado.

— ¡Basta!

— Si tu te hubieses preocupado más por ella no estaría siempre en peligro. —le habló a la mujer ignorando a su padre.

Esta solo abrió su boca para decir algo, al momento se arrepintió y la cerró apretando sus labios.

— Te odio. —sin más se fue del comedor hecho furia.

Tragó grueso y restregó sus manos por su cara. Por primera vez en años, se permitió volver a llorar.

— Lo siento tanto.

Continuará.

Ah, me regresó la inspiración. Espero y les guste. <3

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora