Peligrosa Obsesión~. AU [Larry Stylinson]

Capítulo 49. "Gran pequeña cuchara."

Louis frunció sus ojos. Se negaba por sobre todo ver sus supersticiones haciéndose realidad. No quería ver a Harry, no de esa forma. Sintió su mano acariciare la mejilla con suavidad, pidiéndole en silencio que le mirara; pero sus azulinos ojos se encontraban bañados en lágrimas, no podía verlo a él, no así, menos aun cuando había pasado días sin verlo y se había tragado sus propias lágrimas con la esperanza de volverlo a ver sano y a salvo.

—Louis, mírame por favor—insistió el menor entre sus propias lágrimas—. Te necesito, ahora mas que nunca. Mírame y háblame por favor.

El mayor elevó sus ojos totalmente abatido con la situación. No entendía por qué Harry tenía que ser una persona que pasara por aquellos altibajos, aun y cuando se le veía como una persona exquisitamente agradecida con su propia vida. No lo entendía, absolutamente en nada. Se suponía que era él quien pasaba por esas situaciones, no Harry. Cruzó sus miradas confundido, esperando de alguna forma una respuesta que satisficiera sus nervios y sus ganas de gritarle, abofetearle, e insultarle con todas y cada una de las palabras mal dichas existenciales.

Ambos se miraron, y sus miradas, azul y verde, no encontraron el habitual brillo de amor y emoción en la otra. En esos momentos, nada estaba resultando como siempre, nada estaba resultando como Louis esperaba de que sucediera, nada estaba resultando como Harry lo había planeado. La seguridad que sentía en el instante que creía que Louis no le estaba escuchando, era tan cierta como sus ganas de desaparecer en el momento que hizo aquello.

No había sucedido como todos los años pasaba, en aquella vez, todo cambió en cuanto la imagen del rostro de su novio se presentó en su mente. Pensó en Louis, y aunque fueron pocas, pero incontables las veces que le pidió que parara con ello, instantáneamente se detuvo con su tarea. Si él lo hacía era por algo, debía entenderlo, y no entendía que hacía él en su mismo papel. Dejó caer de sus manos el filo que mantenía entre sus dedos, y tras sentarse contra la pared en el mismo lugar en el que su madre se suicidó, rompió en llanto como cada año le sucedía.

Siempre era igual, todos los años. Tras pasar esa fecha podía estar feliz, sin destruirse en los momentos en que pensaba en ella, en Anne; pero en los días cerca de la fecha del aniversario de su muerte, todo cambiaba, y era un ciclo que se repetía siempre en la misma fecha; caía en depresión durante tres o cuatro días, y no es hasta pasada ya una semana cuando logra sentirse de mejor manera, y de nuevo, un año sin complicaciones, hasta llegar a la misma fecha y volver a caer en la misma situación. Era una rutina anual, tal como llevarle flores el mismo día.

Sin embargo, en aquellos momentos todo resultó de manera distinta. A diferencia que los otros años, en los cuales se encontraba solo y sin la compañía de nadie especial, aquel 2014 se encontraba junto a Louis, la mejor persona con la cual podía estar en un momento como aquel. Le miraba a sus ojos, intentando decirle en el silencio que no se preocupara, que estaba bien y con él. Pero ninguna de sus alternativas de intentar decirle aquello funcionaba, y no quería ser el único con la palabra dentro de aquella habitación. Necesitaba oírle, escuchar su voz, pero Louis simplemente callaba.

—Dime algo, por favor…—le suplicó con su entrecortada voz—. Necesito saber que no estas molesto conmigo, que estarás para mi en esto. Necesito escuchar tu voz, ver tu sonrisa estando conmigo.

—Pues no tendré una sonrisa si no tú no tienes una en tu rostro—le tomó con sus manos de sus mejillas con delicadeza, y tras acariciarlas con cuidado, Louis le volvió a responder en un leve susurro—; por que no sonreiré en medio de la oscuridad al perder la única luz que ilumina mis días oscuros. No puedo estar molesto con el cielo solo porque una estrella se apagó, porque por esa estrella, por esa luz, yo estoy aquí con vida, y juré dar mi vida por ella, y por eso mismo estoy aquí; porque debe saber que siempre escuchará mi voz, y estaré ahí en su compañía. Y aunque se apague, o se caiga, yo siempre estaré ahí para ella.