Capítulo 7

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Stephen

Intento obviar el nudo de emociones que tengo atorado en la garganta cuando abandono el lugar escuchando sus palabras dirigidas a mí y que quedan retumbando en los pasillos de mi memoria.

«No tienes idea de lo mucho que te odio»

Suspiro, resignado.

Yo también quisiera odiarte, Melody Clark.

Quisiera tener una puta máquina del tiempo y arreglar todo: que todo esto fuera una mala broma de su parte y mañana ya estemos mejor.

«Estoy embarazada. Tú eres el padre»

«Tengo miedo de que nos dejes solos»

Revuelvo mi cabello con frustración. Ni yo sé qué hacer y sé que me comporté como un auténtico imbécil con ella ¡Dios! ¿Abortar? ¿Por qué carajos le exigí que hiciera tal cosa? El estómago se me revuelve de solo evocar mis palabras. Y su rostro cuando le grité que ese bebé no era mío ¡Carajo! Eso sí que fue una patada en los huevos.

«A veces eres tan cabrón, Stephen»

Sé que el bebé que Melody espera es mío ¿De quién si no? El miedo me envolvió por completo y todavía no me recupero del shock inicial. El bullicio de los alumnos en el pasillo se convierte en un pitido en mis oídos, camino en automático, ignorando a los que me saludan.

¿Qué le podría decir ahora? Es seguro que no querrá que me le acerque ni para desearle los buenos días, además yo tampoco sabría qué decirle y cómo ser el apoyo que ella necesita. Incluso estaría de acuerdo si me dice que quiere darlo en adopción. Tal vez sea lo mejor para ambos, ninguno está listo para hacerse cargo de la enorme responsabilidad que conlleva criar a un bebé.

Esto es un auténtico lío.

Golpeo con furia la puerta de mi casillero una vez llego a él. Percibo la mirada confundida y curiosa de varios alumnos que pululan por ahí pero las ignoro.

Tengo que tranquilizarme. Con el desespero no gano absolutamente nada, lo correcto es que me tranquilice, confiar en que Melody sí cumplirá con lo que dijo y seguir adelante con mi vida. Tengo un futuro brillante esperando por mí y metas por delante que requieren toda mi atención y concentración. No debo ni quiero darle importancia a problemas que ella no quiere resolver de inmediato.

En unos meses todo volverá a la normalidad y en dos años ya no lo recordaré.

Abro mi casillero y acto seguido siento unos brazos rodearme. El cuerpo pequeño y delgado se pega a mi espalda, frotando la mejilla contra esta. Su perfume es cítrico, no el aroma a coco y vainilla que se convirtió en mi favorito en los últimos meses.

Me giro.

Astrid me sonríe ampliamente, pestañea rápido y se pone de puntillas para darme un rápido beso en los labios que no correspondo como siempre lo he hecho. Por supuesto que ella lo nota.

— ¿Qué te pasa? — increpa, entrelazando nuestros dedos, mi mirada se pierde en la unión de estas— Estás muy serio. Algo inusual viniendo de ti.

Sacudo la cabeza.

No debo permitir que me afecte cuando ya todo está decidido.

Intento devolverle la sonrisa.

—Estoy bien, solo un poco cansado por el entrenamiento.

Ella asiente, comprensiva. Pronto nos sumergimos en una charla sobre lo estrictos que están siendo nuestros entrenadores mientras recogemos nuestros útiles correspondientes para las horas restantes de nuestra jornada escolar.

Aprendiendo De Ti © EDITANDO  [Saga AENY libro #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora