Las horas de la comida con mi familia siempre han sido mi momento favorito del día. Somos una familia de cuatro personas pero si te nos unes, da la impresión de que albergaramos la energía de veinte. Mientras ayudo a Eric a colocar los platos en la mesa, observo de reojo a mamá y papá que no pueden mantener sus manos quietas. Suena tonto pero desde pequeña he idealizado tener una relación como la de ellos; con ese amor tan puro y sincero que se demuestran a cada segundo con el más mínimo detalle más allá de lo físico.
Mi madre, Renata Rivera, es oriunda de Venezuela. Así que te la puedes imaginar: la belleza, simpatía y alegría son una de sus tantas cualidades, al igual que su fuerte carácter. Cuando te habla podrías creer que grita pero no, su tono de voz es así.
Por lado, mi padre, Richard Clark es un americano de pocas palabras y carácter circunspecto. Sin embargo, cuando te mira a los ojos e intercambia palabras contigo es imposible que dediques tu atención a otra cosa en tu entorno.
Ambos se conocieron cuando papá estuvo de vacaciones es una isla de Venezuela, en la cual mamá también estaba vacacionando ahí con su familia: fue un amor de verano que se convirtió en uno de esos amores que pronostican durar toda la vida.
Me es inevitable contener un suspiro soñador, percibo que Eric me observa risueño.
—Eres tan cursi — susurra.
Tomo la tela que doblé con anterioridad y lo golpeo en el hombro con ella.
—Y fácil de molestar — agrega, riendo.
—Si sabes cómo soy ¿Para qué me provocas? — siseo.
—Amargada — continúa.
Decido ignorarlo.
Aunque sé que tiene razón. Últimamente he sentido como mis emociones y estados de ánimo cambian muy rápido. Las hormonas del embarazo son una mierda, y este nuevo cambio no me agrada en lo más mínimo.
Minutos después nos sentamos alrededor de la mesa. Papá ayuda a mamá con las bandejas de comida y ella asiente con aprobación cuando comprueba la organización de la mesa.
Para mi buena suerte la comida no me provoca náuseas, de hecho, me abre el apetito y me apresuro para servirme una buena porción de pasta a la carbonara con pan de ajo. Gimo con satisfacción, cerrando los ojos mientras mis papilas gustativas se deleitan con el sabor.
Esta es la especialidad de papá.
—Bueno, al menos sé que a alguien sí le gustó — se burla él.
Trago.
—Están deliciosos, papá.
—Por fin te veo un gesto de felicidad — comenta mamá como si nada — Estos días te he notado un poco apagada de ánimos ¿Qué sucede, Melodía?
—No es...
—Es que terminó con Stephen — interrumpe Eric, enseguida lo miro mal por ser tan bocazas — Al menos eso afirman los rumores de pasillo en la escuela.
— ¿Es por eso? — increpa mamá con el ceño fruncido — Al chico lo vi una vez, ¿Lo recuerdas, Richard? Es el jovencito de ojos verdes...
—Y que estaba muy cerca de mi hija — bebe de su jugo — Sus manos de puberto no se mantenían quietas.
— ¡Papá! — me alarmo.
—La cosa es que no cruzamos palabras a profundidad — sigue mamá — Creí que no era nada serio — bufa — Tenía un yerno y me entero cuando ya todo acabó.
—Nunca hubo nada, mamá.
— ¡Qué alegría! — sonríe papá.
—Casi siempre estaban juntos en la escuela y tú asistias a todos sus partidos.
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Aprendiendo De Ti © EDITANDO [Saga AENY libro #1]
Roman pour AdolescentsLibro #1 de la saga Amores en New York «Te quiero porque apesar de no haber visto tu rostro, revolucionas mi mundo y me llenas de dudas; porque llegaste de improvisto y me sorprendiste pero ahora no concibo una vida sin ti. Y aunque tengo miedo de f...