Carter.
«Los dedos no son suficiente»
Me paso las manos por el cabello en un gesto que demuestra desespero y contradicción. Las palabras de Melody aún hacen eco en mi mente; la imagen de ella desnuda de la cintura para arriba, no han sido más que una tortura desde hace dos días... Días en los que no dejo de fantasear con ella por las noches y en los cuales me odio por haber reaccionado de una manera tan idiota.
«¿Relación?... ¡Vamos, Carter! Pudiste hacerlo mejor»
Cualquiera pensaría que no tengo 18 años, que jamás he estado íntimamente con una chica y estoy seguro que cualquier otro se hubiera lanzado de lleno sin hacer ningún tipo de preguntas.
Melody me evita por los pasillos, aunque la verdad yo evito caminar por los pasillos que sé que ella frecuenta: si Melody está avergonzada, yo lo estoy aún más.
Y es que su solo recuerdo no solo me pone al cien, también hace que mis mejillas se pongan calientes... Patético.
Sin embargo, dos días son suficientes. Al menos para mí lo son. Considero a Melody mi chica, mi novia; pero tal parece que ella no piensa lo mismo. Yo le di flores y asumí que ya éramos algo ¿Por qué son tan necesarias las palabras? O mejor dicho ¿Por qué las chicas le toman tanta importancia a esa pregunta en específico? No lo entiendo. Pero si para ella es importante y le aporta un poco de seguridad ¿Quién soy yo para negarme?
Camino entre las personas que están conglomeradas en uno de los pasillos del segundo piso. Hay mucho ruido y olvidaba lo molestos que pueden ser algunos alumnos de grados menores.
Visualizo el perfil de su mejor amiga, Cherry, hablando con algún compañero.
—Ehm... — carraspeo uno vez llego a dónde están — Disculpen — ambos me miran confusos. Sin embargo, Cherry parece que quiere arrancarme la cabeza — Cherry, ¿Podemos hablar?
— ¿Sobre duchas y rechazos? — bufa, dándome la espalda lista para irse — Mejor paso, rubio.
— ¡No, espera! — la tomo del brazo, girándola — Es sobre Melody.
—Lo sé — se cruza de brazos — ¿Ya dejaste de ser un imbécil?
—Oye, no sé de qué me hablas — frunzo el ceño — Solo quiero que me ayudes a llegar otra vez a Melody.
—Pues mira, lamento ser yo la portadora de malas noticias — se me acerca con gesto lastimero muy fingido y exagerado para mi gusto— Pero después de lo que pasó, porque obviamente sé qué pasó, creo que deberías dejar que Melody sea la que se acerque a ti.
— ¡Ni siquiera lo pienses, Cherry! — me altero porque si hay algo que papá siempre me dijo es que nunca, pero nunca, deje pasar tanto tiempo en una pelea porque las mujeres tienden a sobrepensar y a raíz de eso, el problema se convierte en un batalla campal — No me importa tener que ir hasta tu casa todos los días y quedarme ahí pero no quiero alejarme de Melody.
Medio me sonríe.
—Eres encantador al igual que pendejo — ríe — ¿Qué te costaba hacer la pregunta ni bien le diste esas flores?
Me encojo de hombros.
— No lo creí necesario.
—Y luego se preguntan porqué una les reclama.
—Quiero hacer algo especial — empieza.
—Y para eso me necesitas — interrumpe — El mejor consejo que te puedo dar: es que hagas algo que te nazca. A Melody le gusta lo espontáneo y esos pequeños detalles que parece que nadie le toma importancia: es una romántica empedernida, aunque lo niegue. Así que si quieres sorprenderla, tienes que ser un algodón de azúcar y mucho más.
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Aprendiendo De Ti © EDITANDO [Saga AENY libro #1]
Ficção AdolescenteLibro #1 de la saga Amores en New York «Te quiero porque apesar de no haber visto tu rostro, revolucionas mi mundo y me llenas de dudas; porque llegaste de improvisto y me sorprendiste pero ahora no concibo una vida sin ti. Y aunque tengo miedo de f...