Llego tarde

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-Correcorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorrecorre- seguía repitiendo lo mismo una y otra y otra y otra vez. Pero hey que esperaban, tenía que llegar a una conferencia desde hacía unas cuantas horas. Unas doce horas para ser precisos. –correcorrecorrecorrecorrecorre-

-¿Podrías parar un segundo?- pregunto de repente Alain, quien por fin me había alcanzado. Algo que no le llevo tanto tiempo considerando que estaba corriendo como niño cuando suena la campana de recreo. -Dime, ¿sabes hacía donde vas?- preguntó a la vez que me hacía detenerme sosteniéndome del hombro-

-Gran sala de conferencias, llenas de monstruos y bichos raros, enorme. No debe ser difícil-

-¿Y sabes dónde está?, ¿o siquiera sabes dónde estás?-

-Cloro, di vuelta a algún lado en la piedra en forma de roca antes de seguir por el pasillo en forma de túnel que parecía corredor subterráneo y… ¿Qué no había pasado ya esa puerta?-

-No, solo es exactamente igual a las otras diez puertas en este pasillo- contesto Alain calmado –Escucha tenemos que apresurarnos y perderte no ayudaría en nada, así que sígueme-

-¿Tú sabes dónde es?-

-Vivo aquí ¿recuerdas?-

-A cierto, entonces que esperamos, ¡Vamos!-

-Bien entonces sigue… ¡Deja de correr delante de mí!-

Bueno, creo que me adelanto un poquito a los hechos. Después de mi muy genial despedida, desperté en la mina donde entre en un principio. Ahora que ninguna magia de algún espíritu guardián chiflado me lo impedía pude notar el interior. Realmente era gigantesca y nada que ver con lo que un imagina cuando dicen mina. Nada de enanitos cantando Ay ho ni carritos de minas en vías ni cajitas para poner sus mini loncheras. “¿Qué? En mi mente así funcionan”

La verdad es que el lugar era increíblemente luminoso (lo que decididamente no pasa en una mina) Todas las joyas incrustadas daban un espectáculo multicolor único en su especie. Sin embargo y, como antes lo explique, la luz de las gemas era algo distinta. No era tan increíble como la gema de Edwin cuando la vi por primera vez, se parecían más a de Yara. La luz parecía moverse, como si el fulgor de casa joya tuviera vida propia. En segundo lugar, el sitio parecía infinito. Antes de irme Tierra me dijo que ese espacio se había distorsionado a lo largo de los siglos. Me comento que cuando un protector muere, la joya que toman regresa a esa mina. Como dijo Tierra, cada ser regresa a formar parte de él (o ella porque me lo dijo en forma de anciana cadavérica en este caso), bueno, las joyas entonces regresan a la mina donde salieron y se quedan adornando las paredes. Estas gemas ya no están vivas, son solo piedras sin valor (que conste que se refiere a valor vital, pues obviamente estas cosas podrían comprar un país pequeño… con lo que sobrara de comprar Canadá o Rusia) Es decir solo rocas, sin embargo conservaban esa esencia de sus antiguos propietarios, del mismo modo en que un ser querido atesora los recuerdos de un difunto. Ya no poseían poder o vida, pero si una belleza increíble. Las gemas le hacían parecer un túnel luminoso y multicolor, a pesar de que esta luz era tenue, sin duda era bella.

También la mina tenía una frescura poco usual en lo que una mina real debería ser.

-Vaya. Difícil creer que pudiéramos pasarlo por alto ¿no?- dijo Alain

Había despertado tirado en el suelo, sosteniendo mi diamante contra el pecho. No supe muy bien porque, pero lo guarde inmediatamente en mi bolsillo, aunque estaba seguro que Alain no lo había visto, él también se encontraba mirando alrededor con un semblante más tranquilo.

Los guardianes me explicaron sobre nuestra conexión y, efectivamente podía sentir sus emociones, aunque ya no me influenciaban como antes. Tampoco podía oír sus pensamientos, pero al menos sabía que estaba mucho más tranquilo aunque también sentía algo más ¿tristeza tal vez?

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora