Nos conocerás

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Los elementos aparecieron nuevamente, yo lo sabía desde el instante en que me quede paralizado, aun así esa apariencia y la sensación que producían era tan distinta a la que conocía que no pude evitar preguntar (estúpidamente).

-¿Y ustedes quiénes son?-

El chico de la guadaña me lanzo una mirada que solo puedo describir como “desquiciada”, tomo su arma con un amplio movimiento del brazo hasta que el filo quedo tocando mi nuca, era tan afilada que note como abría una pequeña herida pese que apenas toco mi piel. Luego se acercó hasta estar cerca de mi cara y ladeando la cabeza con una máscara de maniaco dijo

-Ooooh ¿acaso ya nos olvidaste?- Cuando se movía, sus pies parecían desaparecer, como si se transformaran en algo etéreo y, de algún modo, siniestro.

-¡Cálmate!- ordeno el hombre calvo -No estamos aquí para jugar, tenemos otros asuntos que discutir-

El chico se retiró lentamente, como si deseara que yo parpadeara o respirara para tener una excusa de usar su juguete.

-Oh pobre chico, mi querido niño. Tan joven atrapado en una guerra- avanzo la mujer -¿acaso estas herido?, ¿agonizando tal vez? No, que lastima. Pobrecito… pobrecito…-

-¡Basta!- ordeno Fuego (porque era obvio que era fuego, es decir, que los ojos lanzaran chispas y la barba pareciera hecha de humo  negro te daba una gran pista, era eso o desayuno un tazón de leche con cereal TNT) -No compadecemos débiles-

-Oh querido, siempre tan duro- dijo la mujer con voz sedosa, un sonido tan suave que por algún motivo me dio un escalofrió, era como el siseo de una serpiente antes de atacar. Se encamino hacia Fuego y le hecho los brazos al cuello lentamente y con coquetería, colocándose cerca de una manera muy sugerente, poniéndose un poco de puntillas y arqueando la espalda hacia atrás. En esa pose giro su cabeza para verme, sus ojos eran afilados y crueles.

“¿Querido?” pensé

-¿Te sorprende que use esa palabra?- me dijo

“A cierto, escuchan mis pensamientos”

-Y harías bien en recordarlo- dijo soltando su agarre y acercándose a mí, luego inclinándose en el suelo sobre mí, deslizo sus manos desde mi pecho hasta enlazarlos por detrás de mi cabeza, me beso el cuello y luego… clavo sus afiladas uñas en mi espalda, de haber podido gritar lo hubiera hecho. Agua me susurro entonces algo al oído con voz sedosa

-Bueno, es hora de que expliques este fracaso, Dime ¿Por qué nuestra sede está llena de sangre?-

-Polvo al polvo, Que afortunados, que afortunados- decía la mujer del velo.

-JAJAJAJAJAJAJAJA- se reía viento -ME ENCANTA, ¡ME ENCANTA! LOCURA, CAOS, JAJAJAJAJA ¡INCREÍBLE VERDAD!-

“Van a juzgarme también, igual que los demás, igual que todos”

-Oh no lo veas como un juicio entonces- dijo Agua alejándose de mí, permitiéndome una grandiosa vista de su escote, antes de que se me nublaran los ojos al sentir sus afiladas garras clavarse en mi espalada de nuevo- Acepta tu fracaso, y ahórranos la parte de ser juez y jurado. Personalmente “verdugo” es lo único que disfruto”-

Recordándolo ahora me pregunto porque no sentí miedo, supongo que es lo que llaman “nada que perder”, realmente eran atemorizante, pero después de todo… “¿Qué más da?”

El viento, se arremolino de pronto, furioso. Agua se alejó, más por el sobresalto que por recibir algún daño

-¡NO, NO, NO, NO! ASÍ NO. ¡Quiero que te desesperes, que corras! ¡Quiero verte caer en la locura del miedo! ¡ENLOQUECE!- dijo viento alzando su hoz y bajándola hacia mí como si fuera a golpearme. El filo se detuvo justo antes de cercenarme la cabeza

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora