Un mal chiste

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Alguna vez han tenido la mala suerte de tener parálisis del sueño, ese momento en que te despiertas de un sueño profundo pero, por alguna razón, tú cuerpo no responde, no puedes moverte ni un milímetro, más aun, ni siquiera puedes gritar o hablar. Lo peor sin embargo, no es la parálisis en sí, que ya de por si es desesperante. Lo peor es que, la mayoría de quienes han padecido este fenómeno podrán corroborarlo, es que te mantienes en un estado en el que aún no estas totalmente despierto aunque no dormido, atrapado en un sueño comúnmente pesadillesco.

Esto puede durar varios segundos hasta un minuto entero. Para mí fue un suplicio mucho, mucho más largo. Revivía una y otra vez las visiones de los elementos caóticos y destructivos. Ya no eran la fuente de paz que algún tiempo antes me habían ayudado acababan de sumirme en un estado de desesperación. Si no era eso, entonces veía la muerte de todos mis compañeros. Quería ponerme a gritar pero hasta ese simple placer me fue negado.

Quizá pase así varias horas, y podría haberme quedado en ese estado de no ser por dos cosas, soy un maldito cabeza dura testarudo y tengo un buen amigo.

Tal vez incluso hubiese sido más fácil si hubiera dejado mi orgullo de lado. ¿Porque mi orgullo? Simple, desde que habían aparecido los elementos nunca suplique pero tampoco se me ocurrió pedir ayuda. Cuando mi mente alcanzo el punto de la desesperación en lo único que podía pensar era “Ayúdenme, por favor, tengo que volver” Si, si, ya se, patético no.

El caso es que fue cuando escuche una voz que me llamaba: -¿Miguel?-

Conocía esa voz, demonios, había olvidado que ese idiota seguía en la prueba, si los elementos atacaban. “Mierda”

Las visiones, se volvieron menos caóticas, de hecho por fin pude dejar de ver a los elementos destruir el mundo, ahora solo veía el Salón de Tronos. Aunque e ese momento no sabía porque, el hecho de que el caos se redijera aclaro un poco mi cabeza, no podía moverme todavía y el terror me invadía. Veía a Vampiros y Hombres Lobo deambulando por todo el salón y escuchando a los elementos. Era como si estuviese flotando en algún lugar por encima de todos ellos.

-Entonces ¿bajamos ya?- pregunto Viento emocionado. Escuchaba su voz en mi mente.

-Sí, tenemos mucho que limpiar- contesto Fuego dentro de mi cabeza.

“Mierda, no es una ilusión, esos malditos van a masacrarlos a todos”

Fue cuando Alain salió, tenía un objeto en su mano, muy parecido a lo que tenía en el bolsillo. Una gema igual a la mía.

Parecía aturdido y derrotado, había pánico en sus ojos. Sea cual sea la prueba que él había pasado lo había trastornado. Camino bastante antes de darse cuenta de lo que pasaba. Todos los monstruos se giraron a verlo, sorprendidos tal vez de que se les hubiera pasado uno.

“Alain idiota,” pensé desesperado. Aún no podía moverme, maldita sea. “¡corre!”

Alain levanto la cabeza entonces.

-Vaya, al parecer queda uno ¿Qué deberíamos hacer?- Pregunto la voz de Agua

-No podemos intervenir mientras tengan una batalla, hasta que no lo maten o escape, esta solo- respondió Fuego

-Oh vamos hermano, uno más no se notaría entre tanto cadáver-

-Al final, el también volverá a mí, no importa si esperamos o no- exclamo Tierra dulcemente

Entonces algo paso, algo que nos sorprendió a todos.

-¡YA BASTA!- grito Alain mirando al techo -¡BASTA!-

Ese bastardo estaba enojado, de todos ¿él estaba enojado?

-DIJERON QUE PASE SU PRUEBA, ¿ENTONCES POR QUE ME MANTIENEN AQUÍ MALDICIÓN? ¿QUÉ MÁS QUIEREN DE MI?-

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