"Tú solo sigue caminando, estas cerca" me dije para darme ánimos, pero en realidad ni siquiera los necesitaba. Caminar por la playa era de las mejores cosas que alguna vez me habían pasado en la vida. Había tirado el saco casi desde que empecé a correr, ya traía abierta la camisa y seguía corriendo sin parar. La única pausa que había hecho fue para quitarme los zapatos (tuve el buen sentido común de no arrojarlos por allí) Tras eso seguí corriendo, no tenía ni un centavo, ni el resto de mis cosas, pero no me importo, estaba fuera de aquel lugar, de vuelta a mi mundo y para ver a mi familia.
Esperaba que siguieran aquí, pero si los gemelos ying-yang me enviaron a este lugar, apenas lo dudaba. No me importaba su prueba, su guerra, su sacrificio, nada... ¡Iba a ver a mi familia!
Una parte de mi mente decía que me detuviera a pensar por que rayos me habían transportado aquí, la otra le decía que se callara y corriera más rápido.
Pero me estoy adelantando. Bien después de que los elementos se aparecieran, esto fue lo que paso:
Los elementos se materializaron frente a nosotros, sorprendiendo a todo el mundo. La verdad es que sabían cómo hacer una entrada. El fuego termino por convertirse en la mujer más sexy que podrías imaginar. Cabello, labios, ojos... todo de un rojo sangre seductor, contrastando con una piel blanca. Usaba un vestido largo muy elegante, de color rojo (obvio), con un escote asimétrico con un solo hombro ajustado y falda suelta con un a apertura en la pierna. A la cintura, done la apertura de la falda iniciaba, se veía una pequeña llama. Pero más allá de lo bien que se veía en ella, lo que más sorprendía era que al final de la falda y de sus cabellos, estos parecían estar en llamas, como si estos se convirtieran en fuego. "Aunque en realidad es al contrario, el fuego se transformó en ella". Incluso sus ojos parecían llamear.
Tierra abandono la forma de estatua, cambiando poco a poco hasta que la roca se volvió piel cobriza. Era un anciano, pero tenía porte e incluso musculatura, al menos no me hubiera atrevido a llamarlo decrepito. De más está decir que era muy alto, metro noventa tal vez. Su corona se convirtió de simple tierra a metal precioso, adornado con gemas varias. Vestía una armadura dorada que cubría casi todo su cuerpo. Esta armadura tenía distintos adornos grabados en forma de líneas curvas que parecieran hubiera usado cualquier rey guerrero de alguna película épica. Tenía una gigantesca espada al cinto, como se esperan con una empuñadura de oro en una funda negra bordeada de... adivinen, oro por supuesto. Tampoco podía faltar una larga capa de terciopelo color vino. Por si no fuera poco, sus dedos estaban llenos de anillos, aunque a pesar de ello sus manos se veían muy trabajadas, no diferentes a las de cualquier persona que trabajase en el campo. Aun así, su rostro era gentil. Sus cabellos y barbas eran blancas como la nieve, pero ello tampoco le quitaba esa sensación de poder, sabiduría y energía. Tenía ojos negros, insondables, si bien describí su rostro como amable, mirar los ojos era como intentar mirar el fondo de un abismo en la oscuridad. El detalle más curioso, sin embargo, no fueron sus ojos si no sus pies, que se fusionaban unos centímetros con el suelo, como si sus plantas estuvieran hundidas en él.
Agua pudo ser el hermano gemelo de fuego, pero no podía tener una esencia más distinta. Tenía unos ojos verdes mar (a falta de una mejor palabra) hermosos, usaba una camisa azul, arremangada y abierta, con unos pantalones pesqueros arena. Era bronceado y musculoso, como un modelo de ropa de playa. Tenía el cabello negro y desordenado, sus facciones eran como las de un veinteañero rebelde y practicante de natación. Al igual que Fuego, su camisa de vez en cuando hacia ondas, como si su camisa fuera de agua, o mejor dicho, su camisa ERA de agua. Tenía una apariencia tranquila, pero por algún extraño hormigueo no me fiaba del todo.
Aire fue algo digno de ver, termino su transformación humana en medio de un remolino, pasando de mini tornado a un niño girando y dando vueltas. Le calcularía unos cinco o seis años. Vestido un pantalón amplio blanco, igual que su playera, con ojos grises y curiosos, como los de cualquier niño. Al final, aunque dejo de moverse, su ropa parecía estar siendo mecida por el viento. Una vez que dejo de girar, con una risa cantarina, hiso aparecer una pequeña pirinola y la hiso girar en su mano alegremente.
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Guardián
FantasyIniciar las vacaciones de verano es uno de los momentos más esperados de cualquier chico. Pero despertarse en medio del infierno, sosteniendo una espada maldita, rodeado de criaturas que solo desean tu sangre... bien, eso puede arruinarte el día. Mi...