Decisiones decisiones.

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Me encontraba en mi camarote, dándome un baño y recordado lo que había pasado.

Me explicaron que el "hechizo" como lo llamaba no era tal. Era una petición en latín y solo un protector iniciado podía realizarla. Para ello un aspirante debía pasar antes por una prueba que se llamaba la elección de las gemas. Yo estaba totalmente seguro de no haber realizado nada parecido, ¡con trabajo podía diferenciar un cuarzo de un diamante!, no se diga pasar una prueba de gemas. No tuvimos mucho tiempo de discutirlo, pues el tren por fin se detuvo en una estación subterránea, era una caverna iluminada. Podría parecer una estación de tren moderno tan solo en la forma y la estructura, la diferencia es que paredes y techos estaban fabricados sobre la misma roca. Si tenía que adivinar, estábamos en el interior de la montaña. Me equivoque. Yara me explico que el tren estaba en el subterráneo, debajo de la sede, una vez se internaba en la montaña no volvía a salir a la superficie dentro de la ciudadela.

En cuanto el tren se detuvo, Laila pareció recordar que seguía en pijama y con restos de comida en todos lados, lo que por supuesto nos lo recordó a Edwin, Yara y a mí que estábamos en la misma situación.

Durante mi baño pude relajarme un poco y pensar con algo más de claridad, sin toda la adrenalina de los últimos minutos. La verdad estaba muy asustado, jodidamente asustado, no tenía idea de que estaba pasando, de algún modo tenía un poder mágico reservado solo a los protectores, ¡solo que yo nunca había demostrado tener ninguna habilidad como esa antes! Además, que pudiéramos evitar el choque no cambiaba en nada mi situación. Todavía me sentía algo débil y por culpa de Edwin no había desayunado muy bien que digamos. Solo pude tomarme una simple malteada. Tenía que encontrar a alguien que pudiera darme información. ¿Dónde estaba? ¿Quiénes eran los protectores? ¿De qué trataba todo eso de la guerra de vampiros y hombres lobo? Y lo más importante ¿Cómo termine yo en medio de todo esto? Pensé también en mi familia, puede que fuera de día pero mi esperanza de llegar esa noche a encontrarme con ellos en la playa me parecía cada vez más lejana. No había mentido en el tren, si regresaba con mi familia sabiendo que un monstruo salido de los cuentos de terror podría asesinarlos... no, hasta saber que hacer me mantendría en este sitio. Tenía que hallar un modo de mantenerlos seguros, y de momento eso era evitar que los lobos y los vampiros comenzaran una batalla sin cuartel. Termine de bañarme y salí a mi camarote para vestirme. Alguien había puesto algo de ropa limpia en la mesa de centro y yo me la puse agradecido. Salí del tren donde todos los demás me esperaban a la entrada de la estación.

-Bueno- dije, sin ganas de retomar nuestra charla anterior. No tenía idea de cómo o por que pude encender la señal del tren pero de verdad era fastidioso ser interrogado. -Andando, tengo ganas de conocer la ciudad- soné mucho más animado de lo que me sentía. Sinceramente quería subir al tren y pedirle que me llevara con mi mamá.

-Bueno antes es necesario que charlemos un poco- Dijo Yara.

-Oh por amor al cielo, ya les dije que no tengo idea de cómo cuernos pude prender la luz de la condenada lamparita-

-No, no es eso- dijo

-Siéntate Miguel- dijo Laila - creo que es hora de que te expliquemos algunas cosas-.

-Necesito que nos escuches atentamente, intentaremos explicártelo lo mejor posible de acuerdo- dijo Alain- Necesitaras conocer unas cuantas cosas antes de entrar-. "Bien, por fin, respuestas."

-De acuerdo, para empezar - Dije sentándome en una de las bancas de la terminal -¿Qué es este lugar?-

-La Sede de los Seis Espíritus- respondieron. "Eso es de mucha ayuda" pense ironicamente.

-¿Y qué es la sede de los Seis Espíritus?-

-Es el hogar de los Protectores, nuestro hogar- dijo Yara. "Claro, eso me aclara todo"

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora