Epílogo Parte 2.

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Narra Villa..

Despierto sintiendo una puta punzada darme en la cabeza, como si estuvieran martillando mi cráneo.

Poco recuerdo de anoche, vinieron un par de amigos por mi para salir a divertirnos, les hable de Valentina todo el rato -como siempre- para hacerme callar me obligaron a tomar y después vi un ángel...

No era un ángel, mierda. Valentina.

¿Era necesario que me viera tan desecho? Ni siquiera recuerdo que tanto le dije, pero supongo que fueron varias cosas que no me atrevería a decirle sobrio, de algún modo u otro, sirvió un poco.

El dolor de cabeza va en aumento cada que trato de esforzarme en recordar que tanto paso en la madrugada. Mis ojos pesan lo suficiente como para mantenerlos cerrados el resto de mi vida, no entiendo cómo es que logré quitarme la ropa para quedarme en ropa interior sin algún sopetón al piso.

Mi boca está pastosa, como si no hubiera tomado ningún líquido en un buen rato

Creo que si me caí, al entrar a la casa... ella cayó conmigo.

Sigo sin entender como es que Val siguió aguantado todo el desmadre, mi desmadre después de lo que hice. Gracias a ella pude despertar hoy en mi cama y no en algún callejón.

El timbre de la entrada perfora mis oídos, y al parecer estoy solo porque nadie parece bajar a abrir.

¡Jesús, alguien abra la maldita puerta!

Con la mayor fuerza contenida en mi cuerpo, me levanto del cómodo lugar y bajo hacia la entrada, esperando que sea una noticia de vida o muerte

—¡Ya voy!— dijo lo más fuerte que puedo, aunque las palabras resuenan dentro de mí cuerpo de manera extraña. —¿Quién es?

Una caja.  Una maldita caja.
Debe ser una maldita broma.

Salí un poco de la casa, buscando a la persona que pudo a ver dejado la caja ahí pero no había absolutamente nadie en la calle, levanté la caja del piso viendo la decoración extremadamente prolija y detallada.

Su nombre estaba escrito indirectamente por toda la caja. Entre a la casa, junto con la caja dejándola en la mesa ratonera de la sala. Me alejé considerablemente del objeto, camine hacia la cocina para conseguir un poco de agua y una cantidad industrial de café.

Sip, el café me va a ayudar a abrir esa caja. Cuando tengo lista la bebida caliente entre mis manos, camino de vuelta a la sala sentándome enfrente de la caja.

Es una simple caja, ¿Qué me puede hacer?

Después de al menos,  tres tasas de café, dejo la taza vacía de café a a un lado, para tomar la caja mediana pintada con un lindo paisaje y... dos girasoles.

Por eso, los girasoles son la prueba de fidelidad y amor verdadero— sus palabras retumbaron en mi cabeza, baje la mirada encontrándome con la pulsera que comparto con Valentina (se que ella, al igual que yo la lleva consigo)

¿Por qué fui un idiota y deje que se fuera? ¿Por qué no le hable con la verdad cuando podía solucionar todo? Todas las mentiras que alguna vez le dije se convirtieron en una avalancha, tirándome al precipicio, solo.

Abrí la caja con cuidado, como si algo pudiera saltar de adentro pero lo que me encontré fue con una hoja de papel color amarilla, doblaba prolijamente.

No entiendo porque estoy haciendo esto, pero supongo que es necesario decírtelo para poder recuperar un poco de la paz que me quitaste al irte.

Una Vida Juntos- Juan Pablo Villamil/Morat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora