Narrador externo.
Aquellos jóvenes, eran eso "jóvenes" en cualquier sentido: Amor, problemas de cualquier índole, y hasta para la vida misma. Pero para eso estamos aquí ¿no?. Para ser jóvenes y disfrutar de la vida, vivir como tal, disfrutar cada instante que la vida nos tiene; aunque la caguemos, por qué ahí, y solo ahi en ese preciso momento, te das cuenta de que se trata la vida, y tal vez se trate de cagarla una y otra vez. Para poder aprender cosas nuevas, es lo que tenemos que hacer: fallar, fallar una y mil veces. Por que solo asi se aprenden las mejores cosas. ¿pero qué pasa si al fallar, hieres a una persona que amas? ¿vale la pena? Tal vez.
Narra Valentina..
Después de la salida de Villa, me propuse a ayudar a Juan en su tarea. Después de eso, traté de hacer mi tarea; así que subí a mi habitación y me propuse aprender las leyes de newton.
~Primera ley: a toda acción una reacción de igual magnitud~ Leía de mi libro.
Mi mente no dejaba de dar vueltas por todo lo pasado hace algunas horas.
Ya estaba atardeciendo en Bogota, y tenía de las mejores vistas en mi ventana; el solo caía en una pequeña montaña que quedaba justo enfrente de mi ventana. Regalando una hermosa vista. Las leyes de Newton habían aturdido mi cerebro, así que tome mi cámara y decidí tomar algunas fotos desde mi ventana.
-¡Valentina, baje ahora!- escuché que gritaron de abajo.
Paré mi actividad y baje, con mi cámara colgando de mi cuello. No me tome tiempo de reconocer la voz, pero había una regla que decía que tenía que bajar al escuchar mi voz. Y no tenía muchos ánimos de pelear con quién fuera que estuviera abajo.
-¡Qué baje, Valentina!-.
-Estoy bajando- dije corriendo por las escaleras.
Divisé a Agustín, mi tía y una mujer en la sala, mirando hacia las escaleras.
-¿Abuela?- pregunté al llegar a la primera planta.
-No soy tan vieja para ese apodo- dijo con una sonrisa que hizo que volviera el alma al cuerpo.
Aquella mujer tenía razón, era algo joven para ser abuela.
Amarré a aquella mujer a mi cuerpo, protegiendome de la tormenta que estaba a punto de pasar una de las mil tormentas que había en mi vida.
-Pequeña Ana. Mi pequeña Anita- dijo respondiendo mi abrazo -Ya estoy aquí, princesa. Yo te cuido- dijo dejando un beso en mi cabeza.
-¿Porque no me dijiste que ibas a venir?-.
-¿Y arruinar la sorpresa? Claro que no- dijo separandose del abrazo -La cámara de tu padre. La compró unos días antes del accidente- dijo bajando la mirada hacia mí pecho.
-Espero estar dándole un buen uso- dije con una sonrisa nostálgica.
-El estaría feliz de que la estés usando-.
-¿Quién es ella?- pregunto Juan llegando a la pequeña reunión.
-Ella es mi abuela- dije con una sonrisa.
-¿Entonces también es mi abuela?- inquirio feliz.
-¡No! Ella es mi abuela, mamá de mi papá. Tu ya conoces a tus dos a abuelas, ¿Para que quieres otra?- dije riendo.
-Pues nada más- explico de la misma manera.
El silencio se hizo presente, pero no fue para nada incómodo. Fue un silencio que hablo más de lo que podían expresar nuestras palabras.
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Una Vida Juntos- Juan Pablo Villamil/Morat.
Novela JuvenilY así es cómo empezamos a estar en "Una Vida Juntos".