(Palabras en cursiva están en español)
Las luces se prendieron de golpe causando que se quejara con un gruñido. La mano que sostenía la suya la soltó y se escucharon tres pares de pasos en el lugar. Un agente, el General Ross, y Rodhey.
Amaia movió sus muñecas que comenzaban a acalambrarse.
— ¿Ya la liberamos señor? — preguntó preocupado el agente más joven— sus inhibidores se dañaron hace un rato. Tuvimos que reemplazarlo por el repuesto que mandó la señorita Shuri.
—Aún le quedan unos minutos— respondió el General Ross parándose al frente de la celda— ¿Cómo te encuentras, Amaia?
La chica abrió los ojos acostumbrándose a las luces. La habían mantenido en la completa oscuridad durante varias horas, incluso ya había perdido la cuenta. Todo parte del castigo.
—Creo que me estoy acostumbrando un poco al nuevo— habló con voz cansada y adolorida
—Esto es por tu bien, Amaia— dijo el General con voz calmada.
La chica rio sin muchas ganas inclinando su cabeza hacia un lado. Aún mantenía los ojos entrecerrados.
—Claro, hacer que un aparato se achicharre dentro de mí y reemplazarlo, es por mi bien— Amaia irguió la cabeza y miró directamente al general— ya fueron dos veces en el mismo día, nuevo récord personal ¿No es así, señor?.
Rodhey se encontraba sentado en una mesa cercana. Miró a Amaia con preocupación mientras hablaba. No era la primera vez que la veía de esa manera. Todas las veces que a la chica le tocaba un castigo, sobrecargaba sus inhibidores, pero cada vez que le preguntaban ella respondía que había sido por el esfuerzo del entrenamiento lo que descontrolaba sus poderes. Rodhey jamás le creyó.
Un frasco con dos pequeños chips llamó la atención de Rodhey, estos se encontraban algo chamuscados, en especial el más cercano a la tapadera. El hombre lo abrió y los analizó.
— ¿Este es tu inhibidor? — preguntó Rodhey sacando ambos chips e intercalando su mirada entre los aparatos y Amaia. Por un segundo deseo que el General Ross no fuera su jefe.
—Podría decirse— respondió Amaia apoyando su cabeza en la pared tras ella. El calmante aún estaba activo en su sistema. Trataba de dejar de lado los recuerdos que le había traído ese líquido, pero los gritos y palabras se repetían una y otra vez. Al notar que el nuevo inhibidor comenzaba a ponerse cálido, abrió los ojos, conectando su mirada con la de Rodhey.
—Estamos tratando con una niña, no un objeto, señor— discutió al ver el dolor en la mirada de Amaia
Siempre terminaba así. Rodhey y el general Ross no podían convivir en una sala junto a la chica sin discutir.
Amaia decidió tratar de calmarse agudizando sus sentidos. Por protocolo, cada vez que le cambiaban inhibidores internos, debían desactivar los externos, a menos que Amaia pidiera que los activaran, por lo que tuvo la libertad de agudizarlos hasta escuchar una voz conocida.
—Todas las veces que peleamos, peleamos con uno de los 3— agregó Sam Wilson.
— ¿Entonces contra quien estamos luchando ahora, Gandalf? — añadió Bucky. Amaia sonrió levemente.
— ¿Cómo sabes quién es Gandalf? — preguntó Sam incrédulo.
La chica soltó una pequeña risa. Sabía lo que el sargento respondería, ella le había hecho la misma pregunta meses antes cuando casualmente Shuri les había mandado libros para que no se aburrieran y comenzaron a hablar sobre las novelas que más les habían gustado.
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The Red Shadow: the government agent
Science FictionAmaia (T/N) debe comprender el mundo que la rodea sin la constante guía de su madre; se refugia en el gobierno y se convierte en la agente más jóven del lugar. La toma del escudo y los desafíos que cuidarlo traen consigo recaen en ella gracias a su...