Capítulo 25

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(Lo mismo de siempre, palabras en cursiva están en español, palabras en negritas son recuerdos o mensajes)

—Que pena de lo que fue este lugar— comentó Zemo, quien iba al frente del grupo junto a Amaia— cuando era chico, veníamos aquí a cenas y fiestas fabulosas

Al llegar al claro del edificio, rápidamente llamaron la atención de las personas. El lugar se notaba que tenía muy pocos recursos para mantenerse en pie, se encontraba muy descuidado y a juzgar por las personas cargando agua de un tinaco, esta era muy escasa, aún estando en medio de una ciudad. Todo por falsas promesas del gobierno.

Amaia pudo observar a un grupo jugar la pelota, su aroma destacaba de los demás, estaban felices y no les preocupaba nada; eran demasiado pequeños como para comprender por lo que pasaban.

—Echaré un vistazo arriba— dijo Sam compartiendo mirada con Bucky y la chica— fíjense que pueden hallar aquí. Y Vigílenlo.

Ambos asintieron y Sam subió.

—No les estorbaré— habló Zemo levantando levemente las manos.

El baron comenzó a caminar, y tras él, Bucky y Amaia, los cuales tomaron diferentes caminos para preguntarle a más personas.

Una pelota chocó con los pies de Amaia. La chica la recogió y levantó la mirada. Los niños la miraban con curiosidad y desconfianza, algo normal por las condiciones en las que vivían.

—¿Puedo jugar?— preguntó encogiéndose de hombros, demostrando que no quería intimidarlos. Gracias a su apariencia de ser años mayor de lo que realmente era, en ocasiones los niños se le acercaban con temor, pero al ver su sonrisa y el brillo juguetón en sus ojos, se relajaban.

La mayor del grupo, que no parecía pasar de los 8 años, se acercó a Amaia lentamente y sujetó la pelota, acto seguido dio un leve asentamiento de cabeza.

—A nosotros nos falta un jugador— dijo señalando al que sería al equipo de Amaia, la chica le sonrió y la niña sujetó su mano jalandola hacia su cancha improvisada.

A lo lejos, Bucky preguntaba a varias personas sobre el nombre de Donya, hasta que una risa llamó su atención. Dirigió su mirada hacia varios niños que corrían, y entre ellos visualizó a Amaia, la chica jugaba con una gran sonrisa en su rostro, daba patadas delicadas al balón, pero lo suficientemente fuertes como para que este avanzara con velocidad. El sargento sonrió de medio lado, no recordaba haberla visto de aquella manera desde Wakanda, donde siempre por las tardes jugaba con los niños, les contaba historias o cantaba canciones.

—Ya parece un callejón sin salida— dijo Sam llegando a su lado y llevando su vista hacia Zemo, que se encontraba en medio de otro grupo de niños.

Bucky dirigió su mirada hacia el baron, justo cuando una niña le susurraba algo al oído.

—¿Qué diablos hace?— preguntó

Segundos después Zemo se levantó y entregó un puñado de dulces a la niña, y esta la repartió con sus amigos. Bucky y Sam mantenían una atenta mirada en él.

Del otro lado, Amaia le entregó un paquete de galletas a uno de los niños más pequeños, quien tendría alrededor de 6 años y revolvió su cabello antes de comenzar a trotar en la dirección de ambos hombres.

—Que niños adorables— habló Zemo cuando llegó con ellos.

Bucky y Sam compartieron miradas y uno de ellos fue tras el Barón, el cual había seguido su camino hacia la salida. Amaia llegó poco después siendo recibida por la mano de Bucky, que se posó delicadamente a su espalda; volteó y se despidió de los niños con un movimiento de mano, estos le respondieron al instante con el mismo gesto.

The Red Shadow: the government agentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora