(Palabras en cursiva están en español y palabras en negritas son recuerdos o mensajes)
Amaia esperaba una reacción de parte de Sam. Sus ojos lo decían todo, estaba asustado por conocer quién era realmente, pero no decía nada, y ningún movimiento se hizo presente. Pero para ella era suficiente con lo que los ojos del hombre mostraban.
—Creo que estoy un poco cansada, me avisan antes de que aterricemos— dijo la chica levantándose y dirigiéndose a los asientos traseros del avión para recostarse.
La sombra roja, la asesina más buscada durante un determinado tiempo. 4 años exactos habían durado su fama. Todo aquel que trabajara con el gobierno, a mandos de este o en contra, conocía aquella leyenda. Ella también era una simple historia de fantasmas, tal y como el soldado del invierno.
Muchos la describían como una simple mancha roja, y las únicas personas que lograban verla más de cuatro veces en un solo encuentro, terminaban eliminadas.
La mayor parte de los encuentros salían exitosos para la experta asesina; jamás se encontraban testigos, todos desaparecian o decidian callar por su propio bien. No dejaba pistas, o alguna prueba que indicara quién era; todas las escenas estaban cautelosamente limpiadas, por lo que nunca se encontraban los casquillos de las balas o pisadas de sangre después de un apuñalamiento, incluso las cámaras de seguridad fallaban repentinamente, por lo que no existian pruebas concretas sobre su existencia.
Le encantaba ser discreta, lo más que pudiera, muy raras veces atacaba en lugares grandes, solo en departamentos de sus víctimas o pequeños locales y jamás se había revelado su estatura, complexión, voz o siquiera rostro. Lo que la hacía más letal de lo que ya era.
Todos, incluyendo al agente más experto, le tenían miedo a aquella leyenda.
Hasta que un día, simplemente desapareció, sus ataques casi semanales dejaron de ocurrir, el gobierno se relajó en ese asunto y la sombra roja jamás volvió a aparecer.
Sam escuchó que S.H.I.E.L.D. había mandado a dos de sus mejores agentes para eliminarla, y regresaron con su misión completada. Pero ahora descubría que aquello era mentira. La habían acogido, no eliminado.
—Estos serán nuestros disfraces— indicó Zemo entregando a cada uno un conjunto diferente de ropa— el baño está al fondo a la derecha. Aún faltan 1 hora para llegar. James dale esto a Amaia por mi.
Bucky recibió un conjunto completamente rojo, y Zemo dio media vuelta para regresar a la cabina, dónde se había encontrado las 4 horas anteriores.
—¿Tú lo sabías, no es así?— preguntó Sam repentinamente, ya no se encontraba asustado o molesto, más bien se mantenía sorprendido. Una niña tan pequeña no pudo haber sido la leyenda que todo el mundo temía— ¿Bucky?
—Desde el primer día que la conocí— respondió Bucky levantando la mirada del traje rojo en sus manos— me lo dijo para que me abriera más con ella. No resultó. No al instante.
—Calculando su edad estaría muy pequeña para hacer algo así— Sam hablaba bajo para no despertar a la chica acostada un poco alejada de ellos— hubiera empezado a los 4 años. Era una perfecta asesina, sus movimientos eran extraordinarios y vencía a los guardaespaldas de las personas, una niña de cuatro años no puede hacerlo.
—Escucha, Sam— Bucky se inclinó levemente al frente— Amaia no es la misma que HYDRA crío, no tengo ni idea de lo que hicieron con ella ahí, pero te aseguro que ya no tiene nada que ver con la sombra roja, solo está buscando una vida más normal y tranquila. Amaia no es una asesina, ya no más.
—¿Qué? No, no pienso eso de ella— aclaró Sam inmediatamente imitando la acción de Bucky. Si había dado aquella impresión al escuchar la noticia, se arrepentía por ello— si Amaia hubiera querido matarnos, creo que ya lo hubiera hecho. Confío en ella, es que— tomó una pausa antes de responder— es solo una niña.
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The Red Shadow: the government agent
Ciencia FicciónAmaia (T/N) debe comprender el mundo que la rodea sin la constante guía de su madre; se refugia en el gobierno y se convierte en la agente más jóven del lugar. La toma del escudo y los desafíos que cuidarlo traen consigo recaen en ella gracias a su...