Capítulo 11

3.1K 323 84
                                    

(Palabras en cursiva están en español)

La chica cruzó los brazos escuchando atentamente las indicaciones que le daba su tutor temporal. Rodhey. Quien caminaba de un lado a otro en el cuarto con una hoja en su mano, leyendo las instrucciones que la doctora le había mandado a Amaia.

—Te ves gracioso— comentó aguantando una risa— estás caminando, pero no vas a ningún lado.

El holograma que, presentaba a Rodhey en sus lentes del casco, volteo y la miró con reproche.

— ¿Estás prestando atención? — preguntó señalando la hoja— Amaia, esto es algo muy importante, tu salud depende de esto.

—Sí, sí, perdón— se disculpó subiendo las piernas en su asiento mientras levantaba las manos— tú habla, yo escucho.

—Ajá, más te vale— advirtió y siguió leyendo la información en la hoja.

Amaia subió la intensidad de sus inhibidores, el sonido de las aspas que mantenían en el aire al helicóptero comenzaban a molestarla aún con los audífonos anti sonido puestos. Sus piernas se movían rítmicamente gracias a los nervios en su cuerpo. Vería a Bucky luego de varios meses, él ya sabía dónde estaba, pero no para que ni quien trabajaba, aquello la tenía inquieta. A Bucky no le agradaba en lo absoluto John, se le notaba a kilómetros de distancia.

—Ni siquiera sé para qué te las leo— finalizó Rodhey bajando la hoja— no vas a seguir las recomendaciones.

—Trataré de seguirlas— aclaró Amaia— siempre y cuando no interrumpan con mi misión.

Amaia había sido programada por HYDRA de una sola manera. Proteger a todo aquello que se le ordene. Por más que intentaran, ni S.H.I.E.L.D., Wakanda, o el gobierno pudieron modificar eso en ella. Rodhey lo reconocía, a veces ello era de bastante ayuda, pero otras, Amaia ponía su vida en peligro con tal de proteger lo que ama. El hombre realmente odiaba el parecido tan cercano que tenía con su madre.

— Tony no ha tenido avances, 8 contactos se han negado a ayudarlo — habló Rodhey luego de unos segundos apoyándose en la mesa tras él— está a punto de llegar a un camino sin salida, directamente el gobierno selo negó.

—Le dije que no sería sencillo. Casi todos lo han intentado, incluso tú, y lo único que hemos logrado es esto— comentó Amaia ajustando el cordón de sus guantes blancos. El aire fresco se colaba en las aberturas que tenía en sus dedos para ofrecerle un contacto más directo a su alrededor. El traje que Shuri le había mandado estaba hecho para aprovechar completamente sus habilidades— solo puedes tomar decisiones de mi vida personal y negociar los espacios para mis días libres, aparte de poder entrar a mi cuarto sin cuestionamientos.

— Estamos cerca del objetivo, capitán— dijo el piloto por el radio que los conectaba.

— ¡Amaia! Te necesitamos al frente— dijo John por el mismo canal.

Rodhey asintió levemente al escuchar aquello y se acercó a la Amaia de holograma.

—Walker tendrá que cuidar de ti, Amaia, si no— el hombre hizo un ademán de que lo ahorcaría, con un gesto que se podría interpretar que no dañaría ni a una mosca.

La chica sonrió y asintió.

—No te preocupes, sé cuidarme sola. Regresaré para la cena con Morgan— Amaia bajó sus piernas, lista para cortar la llamada— Nos vemos Rodhes.

—Cuídate, Amaia— dijo el hombre antes de que la llamara se cortara.

Amaia caminó de regreso a su asiento frente a John y su compañero. Lemar Hoskins, un viejo amigo de John, y compañero de batallas, un hombre amable como primera impresión.

— ¿Con quién hablabas, Amaia? — Preguntó Lemar cuando vio a la niña sentarse.

—Un amigo— respondió ella poniendo casi a máxima potencia sus inhibidores debido a que estaba más cerca de la puerta, acto seguido, se colocó el comunicador quitándose los audífonos— Y bien ¿Cuál es el plan?

—Tomarás la delantera, e investigarás lo que Redwing seguía— indicó Jonh mientras la chica se los colocaba nuevamente— luego iremos nosotros.

— ¿Y si tengo que pelear? — preguntó temerosa Amaia. Claro que quería seguir las recomendaciones de Rodhey, su sutura no estaba curada por completo, solo habían pasado 5 horas desde que despertó de la anestesia y aún se sentía desorientada. Aunque claro, no tenía tanto miedo como sus palabras lo expresaron.

A los ojos de ambos adultos era una niña temerosa por su primera misión importante.

—Creo que de eso nos encargamos nosotros pequeña— trató de calmarla Lemar

Amaia le sonrió con agradecimiento. Todo parte del plan.

—Entonces entro, investigo, les digo, y salgo — recordó la chica levantándose cuando le entregaron una gran mochila que se colocó poco después.

—Y nosotros hacemos el trabajo pesado— concordó John orgulloso— vas aprendiendo, Amaia.

Se acercó a la puerta dónde la esperaba el copiloto para indicarle dónde saltar.

—Mantente comunicada— recomendó Lemar colocándose su comunicador.

—Atenta y comunicada, hecho— el hombre a su lado le indicó que estaba en zona de saltar, y, bloqueando todas las voces que le decían que no lo hiciera, se dejó caer cerca de la bodega abandonada.

—Wow— John volteó a ver a su amigo, él creía que dudaría más en llevar a cabo aquella acción, jamás había visto a una niña aventarse con tanta decisión a una muerte segura, si todo salía mal.

—Es una niña atrevida— reconoció Lemar.

No fue necesario el uso de paracaídas, un par de ondas salieron de su cuerpo antes de tocar las copas de los árboles, disminuyendo el golpe de impacto entre las ramas. Un par de ellas rasguñaron la parte descubierta de su piel, pero nada que no pudiera soportar. Las ramas ayudaron mucho, se sostuvo de una de las más flexibles, y con ese apoyo, tocó el suelo dando un par de vueltas por el suelo gracias a la velocidad que llevaba.

—Aterrizaje exitoso— anunció con la respiración agitada mientras se erguía.

Sacudió un poco sus rodillas y espalda, dónde la tierra había manchado el traje.

—Copiado agente cero— respondió el piloto— pulso de inhibidor interno, disminuido. Comience con la misión.

—Recibido.

Las ondas dejaron de pasar por su cuerpo con tanta intensidad y sintió un gran alivio por ello.

Amaia levantó la vista y activó su invisibilidad. Un hombre se había lanzado de un avión de carga con ayuda de su traje de pájaro. Falcon. Aterrizó a unos kilómetros a la distancia, probablemente esperando el descenso de su compañero. Segundos después una diminuta figura salió del avión ya lejano, pero aún a una pequeña distancia del suelo. Su grito llegó a los oídos de Amaia que aguanto la risa al reconocerlo.

Tendrás que pasarme el video cuando te conozca, Sam— dijo al aire mientras comenzaba a correr hacia la bodega dónde llevaría a cabo su misión. 

The Red Shadow: the government agentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora