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[Narradora]


[Casi 11 años después]

Los hermanos Potter dormían en el armario debajo de las escaleras, tan cómodos como se podía estar en ese pequeños lugar.

—¡Arriba! ¡Levántense! —gritó su tía Petunia, encendiendo la luz desde afuera y tocando demasiado fuerte la pequeña puerta— ¡Ahora! —golpeó la puerta más fuerte una vez más, haciendo dar un salto a los dos niños.

Mirándose, los dos hermanos rodaron los ojos y se levantaron. Avery tallando sus ojos y Harry poniéndose sus gafas.

De pronto, algo en el techo (o sea las escaleras), se comenzó a escuchar.

Su despreciable primo Dudley, que estaba subiendo y bajando las escaleras lo más rápido y fuerte posible, causando que a los Potter les cayera polvo de entre los escalones.

—¡Despierten, primos, iremos al zoológico! —gritó él, saltando lo más fuerte posible.

Al darse cuenta que los chicos iban a salir, Dudley bajó rápido y pasó a un lado de las escaleras cerrando la puerta de la alacena.

Causando que los dos cayeran sobre la manta que tenía el piso, muy de mala gana saliendo pretendiendo que nada había pasado.

—¡Ya llegó el niño del cumpleaños! —escucharon a su tía Petunia, entrando a la cocina.

—Feliz cumpleaños, hijo —dijo el tío Vernon, desde la mesa del comedor a tan solo unos metros de distancia.

Justo cuando entraron los Potter, cambiaron las caras.

—Porque no intentas hacer el desayuno sin quemar la cocina —dijo con voz de desagrado a Avery, quien asintió— Quiero que todo resulte a la perfección en el día especial de mi hijo.

Tapaba los ojos de su hijo mientras lo conducía al comedor, donde una gran ola de regalos estaba.

—Si, tía Petunia —fue lo único que dijo la niña, por otro lado su hermano solo estaba parado.

—¡Rápido! ¡Mi café, niño! —exigió el tío Vernon a Harry, que se movió de su lugar y le llevó la taza a su tío.

En cambio, la tía Petunia le destapó los ojos a su hijo quien solo miraba los regalos con asombro.

—¡No es maravilloso, hijito!

—¡Dime cuántos son! —exigió a su padre, gritando.

—Treinta y seis —sonriente el papá, contestó— Los conté yo mismo.

—¡¿Treinta y seis, por qué?! —gritó el niño, con su madre tras de él— ¡El año pasado fueron treinta y siente!

—Si, si, pero este año son más grandes —trató de explicar el padre, pero el niño no parecía para nada conforme.

—¡No me importa el tamaño que tengan! —gritando aún el niño, hasta que la madre interrumpió.

—No, no, no, no. Haremos una cosa, cuando salgamos, te compraremos dos regalos más, ¿Qué tal, terroncito? —propuso la madre, tratando de calmarlo.

Los Potter, desde la cocina, veían como su primo Dudley reclamaba el número de regalos mientras servían el desayuno, ellos pensaban en que por lo menos el tenía regalos de cumpleaños, en cambio a los dos niños que dormían debajo de la escalera solamente les dejaban las ropas viejas del niño gordo.

Tiempo después, ya listos para salir, salieron de la casa, contando los Potter, quienes a mitad del camino su tío Vernon detuvo antes de que subieran al auto.

—Se los advierto, muchachos, no me provoquen, no intenten nada, o se quedarán sin comida toda una semana —amenazó a los hermanos, con llave en mano apuntando a ambos chicos.

Después abrió la puerta del auto y éstos subieron advertidos.

[En el zoológico]

Paseaban por ahí, más exactamente en la sección de reptiles, veían una serpiente acostada en una roca al otro lado del vidrio, ella dormía mientras que Dudley quería que hiciera algo.

—¡Muévete! —pegó al vidrio el tío Vernon, intentando complacer a su hijo.

—¡Muévete! —el niño repitió su acción.

—¡Está dormida! —dijo Harry, cansado de que no la dejaran en paz.

—Que aburrido –ya cansado,
el niño se fue a o—ro lado con sus padres, dejando a sus primos con la serpiente.

—Disculpalo, no entiende lo que se siente estar encerrada noche y día viendo cómo la gente pone la cara contra el vidrio —la serpiente se despertó al escuchar a Avery hablar, se levantó y guiñó el ojo notablemente, dejando a los niños con los ojos completamente abiertos.

—¿Estás escuchándola? —Harry preguntó, y la serpiente asintió moviendo su cabeza arriba y abajo— ¡Caray!

—Jamás hablé con una serpiente —habló Avery, completamente sorprendida— Y tú... bueno, ¿Sueles hablar con mucha gente? –preguntó, y la serpiente contestó que no con la cabeza.

—Vienes de Birmania, no? ¿Ahí naciste? ¿Extrañas a tu familia?

La serpiente apuntó con su osico a un letrero que tenía por dentro del vidrio, contestando a la pregunta de Harry.

—Criada en cautiverio —susurró leyendo el letrero— Entiendo también es nuestro caso, jamás conocimos a nuestros padres —dijo el niño.

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Mira lo que está haciendo la serpiente! —gritó Dudley, detrás de los niños empujando a Harry al piso con su peso, se subió al barandal que tenía el vidrio, así mismo poniendo sus manos y cara recargadas en el mismo.

Avery fue con Harry para ver si estaba bien, la llegar con él se hincó y miró con desprecio a Dudley, demasiado enojados, entrecerraron sus ojos y el vidrio delante de Dudley desapareció, dejándolo caer en el hábitat de la serpiente.

Los Potter se quedaron sorprendidos y pensaron si eso lo habían hecho ellos, pero después de todo la magia no existe, se repitieron ellos en la cabeza mientras veían sorprendidos.

El niño Dudley gritaba y gritaba mojado en el agua que había dentro, los Potter miraban en shock la serpiente que salía del cubículo arrantrandose directo hacia ellos.

—Grasssiasss —la serpiente susurró cerca de ellos, los Potter asintieron, confirmando que ellos habían sido; la serpiente se fue rápidamente deslizandose en el piso asustando a todos en el alrededor.

Al volver su mirada a su primo, se encontraron con que el vidrio ya había vuelto, dejándolo encerrado.

—¡Mami, mami! —gritó desde adentro, dejando un grito de horror en su madre.

Los dos hermanos reían sin poder parar, hasta que su tío Vernon los vió y fijó su mirada en ellos, estaba enojado, muy enojado

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Los dos hermanos reían sin poder parar, hasta que su tío Vernon los vió y fijó su mirada en ellos, estaba enojado, muy enojado. Ambos pararon de reír asustados por lo que se venía con él.

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