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[Avery Potter]

Los chicos seguían mirándome con los ojos muy abiertos.

Estábamos en el cuarto de Luke y Draco, y estábamos haciendo los deberes.

Supuestamente.

—¿Podrían dejar de mirarme así? Es incómodo —puse una mueca.

—¿Cuándo nos ibas a decir que hablas parsel? —preguntó Pansy.

—¿Qué es eso? —pregunté yo.

—Es el idioma de las serpientes —respondió Luke— ¿Desde cuándo lo hablas?

—¿Yo lo hablo? —pregunté estúpidamente.

—Si, —habló Maddie, con obviedad— ¿No te escuchaste? Estabas hablando con esa serpiente allá.

—¿Cómo hablo un idioma sin saber que lo hago? —fruncí el entrecejo.

Se miraron entre ellos, como si se entendieran con solo mirarse.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Verás, Avery, ¡hablas con las serpientes!

—¡Agh, vamos, Maddie! ¡Chicos, es normal! —exploté— Eso aquí es normal —dije con más calma.

—Ese es el caso, Potter, no es tan usual como crees escuchar a una persona hablar parsel —habló Malfoy, desde su cama— Por lo menos no sin haberlo estudiado y practicado antes.

—¿Cómo? —fruncí el entrecejo— ¿Es en serio?

—Si, y... hay algo más —habló Pansy— Hay alguien en especial que hablaba parsel en Hogwarts. Salazar Slytherin.

Todos se quedaron en silencio.

Sé lo que trata de decir. Podría o no ser la mismísima heredera de Slytherin.

Es imposible, no haz abierto ninguna cámara, mensa.

Tal vez no concientemente.

—Es... —no supe que decir— ¿Qué?

—Salazar fue conocido por hablar con serpientes, ¿Porqué crees que eligió una serpiente para representar nuestra casa? —mencionó Luke.

—No puedo ser la heredera —dije sin rodeos— No, es imposible.

—Slytherin vivió hace miles de años, por lo que nos concierne puede ser posible.

No lo creo, no quiero creer que tal vez lo sea.

[...]

No creí que esto de hablar parsel afectaría tanto estos días en el castillo.

Nadie me habla. Y esta vez es, no solo por mi actitud con los Hufflepuff el otro día, sino porque todos piensan que soy la heredera de Slytherin.

Que conveniente estar en esa casa y hablar parsel.

Es muy injusto.

Bla, bla bla.

Todos me evitan por esa razón, y, ahora que lo pienso, no he hablado tanto con Hermione, Ron y sobretodo con Harry.

No sé como le va a él con eso.

Y para terminarla de arruinar, no dejaba de escuchar esa voz misteriosa.

Hoy la había escuchado decir lo mismo de siempre «Matar, matar, es hora de matar». Y al rato me enteré de que ese chico de Hufflepuff y Sir. Nicolás habían sido petrificados. Ah, y Harry estaba con ellos cuando los encontraron.

Ahora estoy afuera de la oficina de Dumbledore, esperando a que Harry salga.

—¿Qué te dijo? —le pregunté cuando por fin salió.

—Que no creía que yo los haya petrificado, y me preguntó si había algo que quería decirle.

—¿Le dijiste sobre las serpientes y que hablamos con ellas?

—No, no pude.

Seguimos caminando hasta el Gran Comedor. No hablamos en ningún momento, como decía, no habíamos hablado tanto este mes.

Entre tanto, llegó la navidad a Hogwarts y casi todos se fueron a casa. Este año (como el año pasado, y sospecho que también el próximo), Harry y yo nos quedamos en el castillo.

Maddie y Pansy se fueron a casa, al contrario de Malfoy y Luke. Ah, y esos dos gorilas de Malfoy.

El Gran Comedor estaba adornado completamente navideño. Del "cielo" que había en el techo caía nieve, que antes de llegar a nosotros se desvanecía, los árboles llegaban muy alto y estaban adornado de diversas esferas y escarchas.

Vi a Harry, Ron y Hermione muy apartados de sus compañeros, y me preguntaba si era por la misma razón por la que a mí me habían estado evitando.

Después de que terminaron de cenar, Hermione salió del Comedor primero que ellos y después el par de chicos. Me daba curiosidad, porque los había visto muy misteriosos durante la hora.

Conociendolos, traman algo.

—Potter, ¿No vienes? —preguntó Malfoy, cuando se levantó junto a Luke para ir a la sala común.

—Eh, no. Voy a ir con mi hermano a darle su regalo —respondí levantándome también.

—Nos vemos allá —sentenció Luke, comenzando a caminar a la salida sin Malfoy.

—No tardes, quiero darte tu regalo —sonrió un poco, y sé cuanto le costó hacerlo, ya que sabe que lo molesto cuando dice algo lindo.

—Está bien, yo también quiero darte tu regalo —dije, y fuimos a la salida, donde nos separamos.

[...]

Los había estado buscando todo el rato, ya era tarde y aún no los encontraba.

Y, sinceramente, ya estaba molesta. ¡No había hablado con ellos desde hace un mes! No me habían buscado y hablado, siempre era yo la que tenía que empezar la conversación.

Y creo saber porque dejaron de hablarme tan de repente.

Otra Versión De La Historia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora