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[Avery Potter]

Bueno, nos castigaron.

Y... pusieron rejas a nuestra ventana.

Exagerado, no?

Juro que si vuelvo a ver a Dobby yo misma lo mato con mis manos.

Esa noche no podía dormir. Estaba en mi cama viendo a Kurt dormir en su jaula, se veía tan tranquilo. No como cuando está aburrido y no deja de pegar a la jaula con su pico.

Estaba de mal humor. No necesariamente enojada, pero si muy desilucionada.

Tío Vernon nos prohibió ir a Hogwarts este año, y no dudo que el siguiente también.

De mirar a las lechuzas, pasé a Harry, se veía tranquilo durmiendo. Nada que ver cómo cuando estaba despierto. Estaba tan triste que nada de lo que le dijera lo podía hacer sacar una sonrisa.

Aunque lo entiendo. No vamos a ver a nuestros amigos este año, y bueno, tan vez nunca más.

En ese momento se comenzó a escuchar un ruido afuera y Harry se despertó, era como un auto.

Pero no había ninguno en la calle, era más bien en el cielo.

¿Cómo es eso posible?

Harry y yo nos acercamos a la ventana. Se veía un luz en el cielo oscuro. Se estaba acercando a lo que parecía ser... ¿nosotros? Un coche azul cielo con blanco del techo se vió cuando llegó a nuestra ventana.

Hasta las lechuzas se habían despertado.

Se dió la vuelta quedando de lado, donde vimos a los Waesley.

—Hola, Avery, Harry —dijo Ron, del lado del copiloto, con una sonrisa.

Venía con Fred y George.

—¿Ron? ¿Fred? ¿George? —preguntó mi hermano.

—¿Qué hacen aquí?

—Rescatarlos de sus tíos, suban sus cosas —respondió Ron.

Rápido y en silencio hicimos nuestros baúles con todo lo necesario. Cuando nos giramos a la ventana, Ron estaba poniendo un gancho en la reja de la ventana.

—Mejor apartence —advirtió.

Le hicimos caso y nos apartamos hacia atras.

—Acelera —le dijo a Fred, que estaba conduciendo.

Se dió la vuelta y aceleró, jalando la reja y rompiendo la ventana. En seguida, abrió la cajuela y metimos nuestros baúles y una de las jaulas lo más rápido posible antes de que nuestros tíos llegaran por todo el ruido.

—¡POTTEER! —gritó tío Vernon con notable enfado.

Ron abrió donde estaba él sentado y nos ayudó con la jaula de Hedwig después de pasarle la de Kurt. Mientras tío Vernon abría las miles de cerraduras que tenía a nuestra puerta.

—Sube, enana —gritó George, extendiendo su mano.

La agarré y me senté en la parte de atrás con él, ya solo faltaba Harry.

—¡Petunia, se escapan! —por fin entró mi tío en la habitación.

Harry saltó la coche, y llegó, pero tío Vernon lo agarró y jaló del pie para que bajara, sobresaliendo de la ventana rota.

—¡Suéltame! —gritó Harry.

—¡No! ¡Ustedes dos y esos malditos pichones no se irán! —gritó rojo de la furia.

Otra Versión De La Historia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora