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[Avery Potter]

Debería haberle puesto más atención a Malfoy cuando me estaba hablando del Quidditch.

Nos sorprendimos mucho cuando la profesora dijo eso hace un rato, no lo podía creer aún, pero después de eso Harry y yo fuimos a buscar a Ron para contarle ya que el era un muy fan del Quidditch. Ron, Hermione, Fred y George ya lo sabían.

—¿Sabes que los Potter son los nuevos buscadores de sus casas? —preguntó Nick Casi Decapitado mientras platicaba con Elena Ravenclaw por los pasillos— Siempre supe que llegarían a ser grandes como su padre.

Ahora caminábamos a la siguiente clase junto con Ron.

—¿En serio? Pero los del primer año nunca entran a un equipo, ustedes deben ser los jugadores de Quidditch más jóvenes.

—En un siglo, según McGonagall —interrumpió Harry mientras caminábamos.

—Felicidades, mellizos. Wood nos lo dijo —llegando a nuestro lado ¿Fred... o George?, dijo.

—Fred y George están en el equipo, golpeadores —dijo Ron.

—Nuestro trabajo es asegurarnos que no los lastimen demaciado pero no prometemos nada, es un juego muy rudo —explicó uno de los dos.

—Salvaje, pero nadie a muerto en años, se esfuman de vez en cuando, pero aparecen en uno o dos meses —gritó lo último dicho el otro gemelo, ellos seguían su camino y nosotros íbamos afuera.

—Tranquilos, chicos —dijo Ron cuando noto nuestra cara de preocupación— El Quidditch es fabuloso, el mejor juego de todos harán un buen trabajo —trató de tranquilizarnos, pero sinceramente no funcionaba nada.

—Pero jamás hemos jugado Quidditch —interrumpí— ¿Qué pasará si hacemos el ridículo? —ni siquiera nos dimos cuenta de cuando Hermione llegó a nuestro lado.

—No teman hacer el ridículo, está en sus venas después de todo —me interrumpió, pero no me molestó.

Hermione nos llevó adentro del castillo hacia una vitrina de trofeos, apuntó a uno que decía Gryffindor tallado en una placa de oro, abajo habían tres escudos con nombres tallados.

Seeker, James Potter. 1972.

—Wow nunca nos dijeron que su padre también fue un buscador —dijo Ron asombrado.

—Es que no lo sabíamos —dijimos al unisono y reímos.

[En las escaleras]

Cuando acabaron las clases, decidí ir un rato con ellos a su sala común ya que me invitaron.

Cuando llegamos a las escaleras Harry ya me había contado sobre que leyó en el periódico que habían robado Gringotts, y eso era imposible según Hagrid.

Pero lo que me sorprendió aún más es cuando me dijo que la cámara que habían robado era la cámara 713.

—Es muy extraño que hayan ido ahí ese día, y rato después roben esa misma cámara —dijo Ron subiendo los escalones.

—Lo sé, es como si nosotros la hubiéramos robado —comenté, pero era ridículo, ¿Como nosotros pudimos haberla robado si un duende nos ayudó?

En ese momento, la escalera se movió, se nos olvidó que eso era lo que hacían.

—¿Qué pasa? —nos tambaleamos por unos segundos.

—¿Que ya no se acuerdan? —preguntó Hermione— Las escaleras cambian de lugar —segundos después la escalera paró.

—Vamos hacia allá antes de la escalera se mueva de nuevo —apunté a una puerta en frente de la escalera.

Cuando entramos una ráfaga de viento se nos cruzó por la cara, el lugar estaba oscuro, con telarañas por todos lados, estatuas aterradoras. Habían grandes antorchas de mármol pero no prendidas.

—¿No tienen la sensación de que... no deberíamos estar aquí? —preguntó Ron con voz temblorosa.

—No deberíamos estar aquí —habló Hermione.

—Es el tercer piso, está prohibido.

Caminamos un poco hasta llegar a la altura de una antorcha, la primera de la fila.

—Retirada —gritó mi hermano.

Pero cuando volteamos, ahí estaba el gato de Filch, con esos grandes ojos rojos.

—¡Es el gato de Filch! —susurró Hermione.

—¡Corran! —susurró Harry.

A medida que avanzabamos las antorchas se encendían en un fuego de una en una. Mi hermano, quien iba hasta adelante, se dió la vuelta para ver donde estaba yo, que por cierto estaba hasta atrás.

—Vamos, Avery —corrió hacia mí y me jaló del brazo para ir más rápido— Rápido, hay que ocultarnos ahí —dijo el corriendo hacia una puerta al final del pasillo.

Harry intento abrirla pero era inútil. Estaba bajo llave.

—¡Está cerrada! —se quejó molesto.

—Este es el fin —lloriqueó Ron.

—Fuera de mi camino —bufó Hermione quien se acercó a la puerta— ¡Alohomora! —la cerradura se abrió y todos entramos rápido.

Al entrar ni siquiera nos fijamos en dóinde nos habíamos metido, solamente nos dedicamos a recargarnos al otro lado de la puerta recuperando aire. Esperamos a ver si escuchábamos algo detrás.

—¿Hay alguien aquí, princesa? —ese era Filch al otro lado, hablando con la gata.

Ella maulló. Él no le dió importancia y se fue. Nosotros soltamos un largo suspiro y caminamos a otro lado.

—Ya se fue, pensó que estaba cerrada —habló Ron atrás de mí y de Harry.

—Es que estaba cerrada —contestó obvia.

—Y miren la razón —dijimos Harry y yo al unisono, a lo que nos hubiéramos mirando divertidos, dado el caso no fue así.

En frente de nosotros estaba un perro diez veces más grande que nosotros, con tres cabezas. Era negro, en cada cabeza tenían collares de cuero negro. Estaban dormidos, pero en cuanto sintieron nuestra presencia se despertaron bostezando.

Miramos las tres cabezas que se levantaban lentamente hasta quedar mirando casi hasta el techo. Estos gruñeron.

Gritamos lo más fuerte que pudimos

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Gritamos lo más fuerte que pudimos. Salimos corriendo del lugar por la misma puerta que antes. Una de las cabezas se metió por el arco de la puerta para mordernos. Pero nosotros empujamos la puerta hasta poder cerrarla de nuevo con llave.

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