Capitulo ST 1

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Capitulo uno

Holly.

Era una mañana calurosa de julio. Como era milagro en esta época del año, no estaba lloviendo. Vivíamos en una moderada mansión en las afueras de Londres, donde papá y mamá creían criarnos como era debido. No tan cerca de toda la mierda de la élite. No les funciono como ellos esperaban. Mi abuela amaba consentirnos y nosotros la dejábamos porque era demasiado genial.

En una semana cumpliría dieciocho años. Algo que ni a Rees —mi hermano gemelo— ni a mí nos emociona. Por una parte, la libertad de ser llamados mayor de edad en la mitad del mundo era demasiado genial, por otra muy diferente, encontrar un agapí era toda una pesadilla real. Lo único bueno, era que no tenía que comprometerme con nadie a la fuerza. Simplemente podía empezar a salir con chicos formalmente. Para mí no había diferencia. Hace tres años que salgo con Adam Lexington. Es un chico increíble de ojos miel y cabello castaño oscuro. Para Rees era la tortura tener que salir con alguien formal, no era muy apegado a la relación de pareja. Él se hacía llamar "libre de corazón" no tengo ni idea de cuánto le vaya a durar esa su supuesta forma de vida.

— ¡Pero que mierda! —gritó mi hermano acostándose en mi cama.

— ¿Ya te prepararon una cita? —pregunté levantando una ceja.

—No, pero papá me mostro las cartas de las interesadas ¿Sabes cuantas chicas entre los dieciséis y diecinueve quieren reclamarme? Esto es absurdo, Sisi. No quiero tener que salir con más de noventa solo para ver cuál es la ideal.

— ¡¿Más de noventa?! —esto era estúpido. Eran treinta más que las de Junior, mi primo.

—Ciento cuarenta para ser exactos. Esto no puede ser, me entiendes. Quizá era mejor que tus papás eligieran por ti. Te evitaban ser tan mierda con muchas chicas. Sabes que odio tener que escoger.

Me reí ante las quejas de mi hermano. Él no tenía ni la menor idea que estaba hablando de su futuro. Unos años antes de mi nacimiento, unos chicos lucharon por el amor que sentían para estar juntos. Esa revelación que tuvieron condujo a lo que ahora llamamos proceso de selección. Elijes entre las interesadas, sales con ella, evalúas si todo está bien y si funcionan, te casas con ella o él. En cierto punto agradecía a mis padres por ser esa pareja tan romántica que lucho por ese amor incondicional. Incluso ahora, después de tanto tiempo, seguían viéndose con esos ojos llenos de miel. Era insoportablemente lindo. Esperaba ese futuro para mí y Adam. Era una romántica hasta las venas, algo que a los dieciséis nunca pensé posible.

— ¿Niños? —mi madre entro en ese momento a la habitación con dos tasas de chocolate caliente.

—Ve a quien le dices niños, mamá —dijo Rees tomando su taza. Le dio a mamá un beso en la mejilla y se sentó una vez más en la cama —. Tu niño tiene que salir con ciento cuarenta mujeres.

—Empieza a rezar por que no pare con sífilis o sida —dije frunciendo el ceño. La señora Hamilton abrió mucho los ojos.

—No se tiene que acostar con ninguna, solo conocerlas.

— ¿Y cómo quieres que me case con alguien si no sé si es buena en la cama? Vamos mamá. Tú sabes muy bien que eso es lo importante.

Mamá soltó una carcajada dejando mi taza frente a mí. Mis padres eran bastante liberales y podíamos hablar de cualquier tema frente a ellos. Claro que Rees estaba siendo sarcástico.

—Oh Dios —mamá negaba con la cabeza desesperada —. Esa platica tenla con tu padre, no conmigo.

— ¿No fuiste tú su primera y última? —pregunté al ver que mamá había sugerido ese tema con mi hermano.

SIEMPRE TÚ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora