Adhara Casiopea Black siempre supo que su vida era distinta al modo de vida de los mortales, pero lo que no sabía era que había personas que los llamaban muggles.
- Si pertenezco a los dos mundos ¿Los tengo que llamar mortagles?
[ Percy Jackson × Ha...
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«Algunas veces tenemos miedos, a sacarnos una mala nota, a que nos retén, a las alturas o al rechazo, tenemos miedo de que nos rechacen
Narra Adhara
—No puede ir alguien más conmigo — pregunté al darme cuenta que un adulto debe acompañarme hasta la estación—. Puede ser Grover — sugerí, tratando de convencer a el señor D para que no valla conmigo.
—Almara, Grover está cuidando a ese gran semidiós con Quirón — me recuerda.
—Espero que ese sea un hijo de los tres grandes, porque si un borracho debe acompañarme a mi primer día de escuela porque Grover no está, lo mataré cuando llegue al campamento — resoplé enojada.
—Ten más respetó, soy un dios — me reclama Dionisio.
—Si, si solo necesito que alguien me lleve, y usted debe cuidar a todos los semidioses —le digo— podríamos decirle a Argos que me lleve.
—Me encantaría no tener que ir pero soy el director del campamento es mi deber y blablablá — responde, ignorando lo último que le dije—. Aunque Argos puede llevarte, si le diré que te lleve.
—Yo dije eso... bueno no importa ¿Puede ir Annie a hacerme compañía? — pregunté
—Si si, solo márchate —me dice el señor D para luego ir a ver a sus hijos.
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—Entonces solo debo meter la cuchara y... ¡Guala! ya esta mi baúl completo.
—¿Estas segura que no te olvidas de nada?
—Segura segurísima Lena —dije mientras ordenaba la ropa restante que había alborotado.
—¿Ni si quiera el espejo por el que hablas con mamá que tengo en mi mano?
—Obvio que lo tengo, no puedo olvidar... —miré a mi media hermana— ¿Lo tienes en tu mano?
Silena rio y me lo alcanzó. Tenía razón, no lo había guardado.
—Debo irme Lena, nos vemos cuando vuelva.
Silena me acompañó hasta la puerta de la cabaña, donde Annabeth me esperaba.
—¿Ya es hora? —preguntó la rubia.
—Sip, solo necesito saludar a Luke, ¡Luke! — grité buscando al rubio — ¡Castellan dónde te metiste! ¡Te juro por mi esmalte rosado que si no sales ahora mismo me iré sin desp...! — dejé de hablar ya que alguien me abrazó por detrás y me tapó mi boca.
