'La curiosidad mató al gato ¿No es así?'

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Adhara Black.

Si algo debo agregar a la lista de cosas locas que hice antes de morir, debe ser robar un barco pirata.

Y no cualquier barco pirata, sino que el barco de Barba negra.

El Vengador de la Reina Ana respondía a todas las ordenes de Percy. Él sabía qué cabos tensar, qué velas izar y en qué dirección navegar. Eso era seguramente gracias a su padre.

Según Percy, avanzábamos entre las olas a unos diez nudos, no comprendí que quería decir, pero asentí como si lo hubiese entendido, en estos momentos es en donde desearía que Annabeth este aquí. De las dos, ella es la más inteligente -hija de Atenea, obvio-. A veces, solía sentirme menos al lado de Annie, se qué somos amigas pero... ella solía comprender las cosas incluso antes que yo, y solía hacerme sentir, inútil. Ella era la chica de los planes, miré el cielo y pensé ¿Ella se habría dado cuenta antes que la isla de Circe era una trampa? Seguramente.

Negué levemente con la cabeza, todo parecía perfecto: el viento a favor, las olas rompiendo contra la proa... Pero ahora que nos encontrábamos fuera de peligro, sólo conseguía pensar en lo mucho que echaba de menos a Lyra, a Clarisse, a Annabeth e incluso a Colin.

Navegamos toda la noche.

Intenté darle una mano a Percy en el puesto de mando, pero navegar no era lo mío.

Percy volvió a tomar el mando mientras mirábamos el horizonte.

Divisé monstruos más de una vez. Vi un penacho de agua tan alto como un rascacielos elevándose a la luz de la luna. Luego una hilera de púas verdes se deslizó entre las olas: un reptil, o algo así, de unos treinta metros de largo. No tenía muchas ganas de averiguarlo. Vimos también nereidas, los brillantes espíritus femeninos del agua. Me burlé cuando Percy les hizo señas y ellas solamente desaparecieron en las profundidades.

- Una de las fraguas de Hefesto -dije al ver una isla con un volcán humeante-. Donde construye sus monstruos de metal.

- ¿Cómo los toros de bronce?

Asentí. -Da un rodeo y ponte a buena distancia.

Percy hizo caso, y nos alejamos de aquel lugar.

- El motivo de que tú casi mates a Tyson y que Annabeth odie tanto a los cíclopes... o sea, la historia de cómo murió Thalía de verdad... Cuéntame, ¿Qué ocurrió?

Alcé mi cabeza para mirar las estrellas, pensando si contarle era lo mejor.

- Está bien. Tal vez tengas derecho a saberlo -dije-. Aquella noche, mientras Grover nos llevaba al campamento, se confundió y tomó varios desvíos equivocados. ¿Recuerdas que te lo contó una vez?

Percy asintió.

- Bueno, pues el peor de esos desvíos nos llevó a la guarida de un cíclope en Brooklyn.

- ¿Cíclopes en Brooklyn? -preguntó.

- No podrías creer la cantidad de cíclopes que hay, pero ésa no es la cuestión. Aquel cíclope nos tendió una trampa; logró que nos separásemos en el laberinto de pasillos de una vieja casa de la zona de Flatbush. Además, era capaz de imitar la voz de cualquiera, Percy -suspire-. Igual que Tyson a bordo del Princesa Andrómeda. Uno a uno, nos hizo caer en la trampa. Thalia creyó que corría a salvar a Luke. Este creyó que nos había oído gritar a Annabeth y a mí pidiendo socorro. Y nosotras... nosotras estábamos sola en la oscuridad. Teníamos siete años. No sabíamos cómo encontrar la salida.

- Recuerdo que llegamos a la habitación principal. El suelo estaba cubierto de huesos. Y allí estaban Thalia, Luke y Grover, atados y amordazados, colgando del techo como jamones. El cíclope había empezado a encender una hoguera en medio de la habitación. Saqué mi cuchara y Annie su daga, pero él nos oyó. Se volvió y sonrió; empezó a hablar, y de algún modo averiguó cómo era la voz del padre de Annabeth. Supongo que la arrebató de su mente. Le dijo: ―No te preocupes, Annabeth. Yo te quiero. Puedes quedarte conmigo. Puedes quedarte para siempre. A mi no me hablo -me encogí de hombros-, no tenía a nadie más que a los chicos que estaban atados en frente mio.

¹Adhara Black | HP × PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora