Adhara Casiopea Black siempre supo que su vida era distinta al modo de vida de los mortales, pero lo que no sabía era que había personas que los llamaban muggles.
- Si pertenezco a los dos mundos ¿Los tengo que llamar mortagles?
[ Percy Jackson × Ha...
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«La mentira tiene patas cortas»
Adhara Black
Hades miro hacia Amelia como si la estuviera estudiando, como si estuviera leyendo sus más profundos pensamientos. Finalmente se encogió de hombros y miro a Percy.
—Eres valiente para venir aquí, hijo de Poseidón —dijo el dios—. Después de lo que me has hecho, muy valiente, a decir verdad. O puede que seas solo muy insensato.
Percy dio un paso al frente, con una mirada valiente en su rostro.
—Señor y tío, vengo a haceros dos peticiones.
Hades levantó una ceja. Cuando se inclinó hacia adelante, en los pliegues de su túnica aparecieron rostros en sombra, rostros atormentados, como si la prenda estuviera hecha de almas atrapadas en los Campos de Castigo.
Tenía que admitir que Hades era original, un poco tétrico, pero original.
—¿Solo dos peticiones? —preguntó Hades—. Niño arrogante. Como si no te hubieras llevado suficiente. Habla, entonces. Me divierte no matarte aún.
Annabeth se aclaró la garganta y le hincó un dedo en la espalda a Percy.
—Señor Hades —dijo Percy—. Veréis, señor, no puede haber una guerra entre los dioses. Sería... chungo.
—Muy chungo —añadió Grover para echarle un mano.
—Super chungo —agregué tratando de no reír.
—Devolvedme el rayo maestro de Zeus —dijo Percy—. Por favor, señor. Déjadmelo llevarlo al Olimpo.
Los ojos de Hades adquirieron un brillo peligroso.
—¿Osas venid con esas pretensiones, después de lo que has hecho?
Fruncí el ceño, Percy volteó a vernos, tan confundido como nosotros.
—Esto... tío —dijo—. No paráis de decir: «Después de lo que has hecho» ¿Qué he hecho exactamente?
El salón del trono se sacudió con un temblor tan fuerte que probablemente lo notaron en Los Ángeles. Cayeron escombros del techo de la caverna. Las puertas se abrieron de golpe en todos los muros, y los guerreros esqueléticos entraron, docenas de ellos, de todas épocas y naciones de la civilización occidental. Formaron el perímetro de la sala, bloqueando las salidas. Si no estuviéramos en esta situación, les hubiese preguntado a los nazis enfrente de nosotros que se sintió trabajar con Hitler.
