'Clase de historia con un león, una cebra y un antílope

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«Nada fija tan intensamente un recuerdo como el deseo de olvidarlo, Michel de Montaigne»

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«Nada fija tan intensamente un recuerdo como el deseo de olvidarlo, Michel de Montaigne»

Adhara.

El dios de la guerra nos esperaba en el aparcamiento del restaurante.

—Bueno, bueno —dijo—. No los han matado.

—Sabias que era una trampa —espeto molesto Percy.

Ares sonrió maliciosamente.

—Seguro que ese herrero lisiado se sorprendió al ver en la red a un par de críos estúpidos —Ares miró en mi dirección—. A tu madre le ha encantado verlos en la televisión.

Percy le arrojo el escudo.

—Eres un cretino.

Annabeth y Grover contuvieron el aliento.

Ares agarro el escudo y lo hizo girar en el aire como una masa de pizza. Cambia de forma y se convirtió en un chaleco antibalas. Se lo colocó por la espalda.

—¿Ves ese camión de ahí? —señaló un tráiler de dieciocho ruedas aparcado en la calle junto al restaurante—. Es su vehículo. Los conducirá directamente a Los Ángeles con una parada en Las Vegas.

El camión llevaba un cartel en la parte trasera, que pude leer solo porque estaba impreso al revés en blanco sobre negro, una buena combinación para la dislexia: «AMABILIDAD INTERNACIONAL: TRANSPORTE DE ZOOS HUMANOS. PELIGRO: ANIMALES SALVAJES VIVOS».

—Estas de broma —dijo Percy.

Ares chasqueó los dedos. La puerta del camión se abrió.

—Billete gratis, pringado. Deja de quejarte. Y aquí tienes estás cosilla por hacer el trabajo.

Saco una mochila de nailon azul y se la lanzo a Percy. Contenía ropa limpia para todos, veinte pavos en metálico, una bolsa llena de dracmas de oro y una bolsa de galletas Oreo con relleno doble.

—No quiero tus cutre... —dijo Percy.

—Gracias, señor Ares —saltó Grover, dedicando a Percy su mejor mirada de alerta roja—. Muchísimas gracias.

Para sorpresa de todos, Ares abrazo a Amelia y le dio un collar con el dije de la luna.

Mire hacia el restaurante, que ahora tenía solo un par de clientes. La desagradable camarera que nos había atendido la cena nos miraba nerviosa por la ventana, como si temiera que Ares fuera a hacerles daño. Saco al cocinero de la cocina para que también mirase. Le dijo algo. El asintió, levantó una cámara y sacó una foto.

Ya me imaginaba la portada de los diarios «DELINCUENTES JUVENILES PROPINAN PALIZA A MOTORISTA E HIJA INDEFENSOS»

—Es de parte de Afrodita, quería que lo tengas por darle amor a su hija o algo así.

¹Adhara Black | HP × PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora