Carreras de carros y pájaros feos.

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Percy se estaba comportando como un verdadero idiota.

Que Tyson haya sido reclamado por Poseidón le resultaba bastante mal, los campistas solían burlarse de él.

— ¡No es mi hermano de verdad! – protestaba él cuando Tyson no andaba por allí— . Es más bien un hermanastro del lado monstruoso de la familia, como un hermanastro de segundo grado... o algo así.

Tuve una discusión con él por ello.

—Deja de tratarlo así —le reproché—, no es su culpa haber nacido ciclope, y tampoco vino aquí solo, tu lo trajiste, así que ahora debes atenerte a las consecuencias.

—Annabeth fue quien le dio permiso para entrar.

Lo miré confundida ¿Qué había pasado para que Anita lo haya dejado ingresar?

—Todos se burlan de mi Adhara —dijo quejumbroso—, tu no entiendes eso porque tus hermanos son perfectos, eres una hija de afrodita.

Elevé mis cejas con indignación.

—Hasta el verano pasado todo el campamento creía que los hijos de afrodita no podían levantar una espada, Jackson —respondí—. Nos creen insuficientes para la pelea, para todos los niños de Afrodita solo sabemos arreglarnos y vestirnos bien.

—Yo no quería...

—No digas nada —lo corté—. No seas tan duro con Tyson, ya todo el campamento lo es.

Durante los dos días siguientes me la pasé leyendo libros de Hogwarts y ayudando a la cabaña de Apolo con la enfermería. Colin Fray, el niño de Hermes, también solía pasar los días allí.

Aquel día, la enfermería estaba completamente vacía. Había aprovechado ese clima de silencio para leer  "Los cuentos de Beedle el bardo", un libro que no supe como, había llegado a mi baúl.

—¿Qué lees? 

Me sobresalté al escuchar aquella voz. Estaba tan metida en mi lectura que no había notado que alguien más había ingresado a la enfermería.

—Colin, me asustaste —sonreí.

—Si siempre que te asustan sonríes de esa forma, creo que lo haré más seguido.

Reí levemente.

Colín solía hacer ese tipo de chistes mezclados con coqueteo. Era un muchacho apuesto, no podía negarlo. Su cabello era rubio y sus ojos eran celestes. Me recordaba levemente a Luke, después de todo eran hermanos. 

—¿Adhara?

—Lo siento —dije—. ¿Qué pasó?

—Te preguntaba que lees —respondió con una sonrisa.

—Oh, es un libro de cuentos.

—¿Y de qué trata?

—Magia —respondí mostrándole la tapa.

—Suena interesante —murmuró— ¿Quieres contarme más de eso?

Sonreí y asentí.

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La mañana de la carrera de carros hacía calor y mucha humedad. Una niebla baja se deslizaba pegada al suelo como vapor de sauna. En los árboles se habían posado miles de pájaros: gruesas palomas blancas y grises, aunque no emitían el arrullo típico de su especie, sino una especie de chirrido metálico que recordaba al sonar de un submarino.

La pista de la carrera había sido trazada en un prado de hierba situado entre el campo de tiro y los bosques. La cabaña de Hefesto había utilizado los toros de bronce, domesticados por completo desde que les habían machacado la cabeza, para aplanar una pista oval en cuestión de minutos.

¹Adhara Black | HP × PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora