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Antes de continuar su trayecto, Ainhoa se metió en una de las habitaciones abandonadas del lugar para leer un rato antes de seguir el camino, mas al salir, no encontró a Indiana.

–¿Dónde está?
–Duchándose, hay tuberías rotas por las que sale agua. Ve con él si quieres, yo os espero aquí.
–Eh... No, mejor no, agh...
–Es lo que hay.
–Ya, me lo imagino...
–Ainhoa, una pregunta. ¿Estás
–Sí, pero que sea en secreto, no quiero que él sepa sobre mi bebé... Por favor Sinara, confío en ti.
    La joven se quedó en shock.
–¿Qué bebé?... Yo quería preguntar si estás mejor...

Fallo magistral. Suspenso en la vida. O como diría Ainhoa: efe muy grande. Su cara de póker lo decía todo; la había cagado pero bien.
–¿Bebé?...
–No no, olvida lo que he dicho ¿sí?
–¿Y el bebé es de Indy?...
–¡Tss! No se lo digas, te lo suplico...
–¿Y por qué no se lo vas a... Oh, espera... ¿No es de Indy?...
    Para salir del paso, se le ocurrió lo peor que podría haber dicho en ese momento:
–No, no es de Indy. Pero silencio por favor, no quiero que sepa nada, yo tras esta aventura voy a perderle de vista por lo que no volverá a saber de mí, así que silencio...
–¿Silencio el qué?

Cuando se veía muerta, apareció un milagro. El castaño tenía una herida, perfecto para cambiar de tema.
–¿¡Qué te has hecho en el costado!?
–¿Eh? Ah, no es nada, simplemente me he caído por unas escaleras antes de llegar a la tubería.
–Pues ten cuidado...
–Lo tengo preciosa, sigo teniendo mi encanto.
–No lo dudo.
    Con una sonrisa tonta, ambos se acercaron –Ainhoa poniéndose de puntillas– para besarse, hasta que Sinara los frenó agarrando a Indy del brazo.

–¿Qué haces?
–No quiero que cometas un error Indy...
–¿Error?
La madre que la... –maldijo Ainhoa a la guía en sus pensamientos.

Indiana Jones y Las Ruinas De Kowloon (The Walled City)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora