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–¡Fue mi profesora de historia durante varios años!
–¡Joder qué susto!
–¡Jajaja! No, pero muy maja, tanto que quedábamos en el recreo para hablar de mis sueños de ser arqueólogo. Le contaba adónde quería ir, lugares a los que deseaba ir, objetos antiguos que quería encontrar… Aprendí mucho con ella.
–Te juro que me habías asustado…
–¡Jajajajaja! Entiendo que te asustes, era un ligón y las edades me importaban poco la verdad.
–¿Por qué lo dices en pasado? –preguntó curiosa.
–Porque creo que ya he sentado cabeza…
    El arqueólogo se fue acercando a sus labios poco a poco, algo que Ainhoa notó.

–Ah ¿sí? ¿Tú sentar cabeza? No me lo creo… –contestó mientras se acercaba a él.
–Créetelo, soy muy fiable…
–Ya veo…
    Sin esperar ni un minuto más juntaron sus labios, era un beso tierno que se desvanecía durante unos milisegundos y luego volvía con más fuerza, para Ainhoa el paraíso y para él la mejor aventura de su vida. Cuando se separaron, Ainhoa tocó la cara de Indy y él la suya, por lo que tras una sonrisa volvieron a lo suyo.

–Te amo –dijo él rápidamente antes de volver al beso.
–Yo más Junior.
    Ahí se acabó todo, el amor, el beso, y la paciencia del arqueólogo.
–¡Te he dicho mil veces que no me llames Junior, y encima no
    Sin dejarle terminar lo besó de nuevo y siguieron a lo suyo pasando de todo lo demás; algo que a ambos les encantó. Cuando estaban juntos todo lo demás desaparecía, la única fuerza que sobrevivía en ese momento eran sus pensamientos, para sorpresa de todos los de ella eran más oscuros que los de él.
Dios, a ver cuándo dice que nos acostemos… –pensó Ainhoa.
Es preciosa… No la pierdas Indy, por lo que más quieras no la pierdas, es lo mejor que te ha pasado en la vida, ¡no la pierdas Ju… ¿Hasta en mis pensamientos me llamo Junior? Pero si no me gusta… –habló para sus adentros.
    Una vez acabado el beso, Ainhoa sonrió.
–¿Te traigo algo para cenar?
–Sí, tráeme lo que quieras.
–Preservativos…
–¿Qué? –preguntó él confuso.
–¿Eh? ¿Qué? ¡Nada!
–Preservativos aquí no cielo, ya lo haremos, no te preocupes, pero ahora estamos en un hospital y no puedo con las zapatillas…
–Entendido, perdona, no sé por qué he dicho eso en voz al
–¿¡Lo estabas pensando!? –interrumpió.
–Va a ser que sí, ¡jajajajajajajaja!–

La cara de Indy en ese momento era de museo: ojos muy abiertos y con un poco de miedo al ver su atrevimiento.
–Te traigo un sándwich.
–Venga, si quieres dormimos en la misma camilla.
–¿No se va a romper?...
–Es japonesa, utilizan la última tecnología y cuando me han traído aquí he visto cómo se metían tres personas en una camilla, creo que tú y yo entramos.
–Encantada de compartir cama con usted.
–Camilla –la corrigió sonriente.
–¡Encantada de compartir todo lo que sea con usted!
–Eso es nuevo, ¡jajajajajajaja!

Indiana Jones y Las Ruinas De Kowloon (The Walled City)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora