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–Venga, acostado, así.

Entre los japoneses y Ainhoa lograron acostarle en la grande furgoneta a la que ellos llamaban coche. Los japoneses iban delante, e Indy y Ainhoa detrás. El arqueólogo sonrió al ver que estaba a su lado.

–Ainhoa, perdona por lo de tu padre…
–No hombre, es normal, a mí me amenazan y les mato sean quienes sean, te entiendo.
    Al oír eso se tranquilizó e hizo una mueca de dolor, Neferet no negó en ningún momento que eso tenía que doler.
–¿Y cómo te ha dado por saltar justo donde ha caído la pieza?
–Yo no he saltado justo, ha sido mala suerte, ¿¡no te jode!? ¡Ni que lo hubiera planeado! –exclamó enfadado.
–¡Vale vale, pero tampoco es para que te pongas así!
–We have arrived!
–¿Hemos llegado? Qué milagro…
–Tranquilo Indy, ¡te pondrás bien y cuando te cures seguiremos nuestro viaje!
–Jeje, no lo dudes preciosa.
    Ese piropo le gustó, poco a poco se estaban viendo los sentimientos que se tenían el uno al otro y ella no negó en ningún momento que no se gustaban.
    Tras una sonrisa, entre los japoneses, Ainhoa y enfermeros que llegaron tras el aviso de ellos lograron subirlo a una camilla donde al entrar se lo llevaron y la historiadora esperó fuera.
–Bueno, aquí estamos…

Estaba sola, los japoneses ya se habían ido y ella no tenía ni idea de qué hacer, estaba ahí esperando mientras pensaba dónde iba a dormir hoy.
–Un hospital japonés vacío, joder, nunca me lo hubiese imaginado…
    Al aburrirse del silencio y de pensar en dónde se iba a alojar mientras su estancia allí, decidió llamar a su madre para hablar con ella, sobretodo por lo de su padre.

–Hla w sahlaan!
–¡Hola hija!
    La joven se llevó un gran chasco al ver que no le había contestado como debía.
–Mamá, ¡contesta en egipcio antiguo como siempre!
–Eh… No, mejor no, dime, ¿qué tal todo?
–Eh… Mamá, papá… ha fallecido…
–Ah ¿sí?... Vaya, qué pena…
    Al escuchar su reacción se sorprendió.
–¿No vas a llorar ni nada?
–No. Verás hija, ahora estoy un poco ocupada con un amigo… ¿¡Quieres pararte quieto un momento!? ¡Ay vale ya! ¡Jajajajaja!
–Mamá, ¿qué pasa ahí?
–Nada hija, nada de nada, ¡todo super bien!
–¿Estás en algún sitio?
–Hla w sahlaan Ainhoa, ¡tu madre me ha hablado mucho de ti!
–¿¡Quién es!?
–¡Ay Nébola, jajajajaja!
–¿Nébola?
    Al notar a su hija confundida, agarró el teléfono y se lo confesó.

–Hija, hace años que me dejó de gustar tu padre pero… no tuve de otra que seguir con él ya que quería que fueses la niña más feliz de todo el planeta, y pues… aunque peleábamos mucho no nos separamos. Estos días que llevas en el extranjero he conocido a una mujer que me alegra la vida y… bueno, es muy simpática y estoy segura que si le das una oportunidad no te va a fallar, se llama Nébola y es arqueóloga e historiadora profesional, ¡lo que a ti te gusta mi niña!”.
–¿¡Una oportunidad!? –exclamó.
    Al escuchar eso a su madre se le partió el corazón: no iba a aceptar que saliese con otra persona y menos con ella.
–Si no quieres ya… ya lo dejamos, no… no te enfades conmigo por favor Ainhoa…
–¡Le doy miles de oportunidades mamá! Qué pensabas, ¿que no iba a aceptar que saliese con una persona a la que a ti te hace feliz? No mamá, al contrario, ¡sal con la que quieras y no hagáis mucho ruido que sé que estáis en la cama, jajajajaja!
–¡Ainhoa Neferet Castilla!
–¡y León! ¡Jajajajajajaja! –completó la frase.
–Quita el ‘y León’, porque tu nueva madre es Nébola Salomón.
–¿Ainhoa Neferet Castilla Salomón? ¡Mola! –exclamó feliz.
–Bueno hijita, pues te dejamos, ya te dejaré que hables con ella. ¡Jajajajaja!
–Genial, te he llamado porque estoy en el hospital tras un accidente.
    Anna se quedó de piedra por unos segundos hasta que reaccionó.
–¿¡Estás bien!?
–Yo sí mamá, mi acompañante es el que está herido.
–Oh bueno, entonces tampoco es para tanto.
–¡Oye, un respeto que es mi acompañante!
–Oh, ¿y algo más?... –preguntó pícaramente.
–Y… Y el que me gusta…
–Entonces sí me preocupo. Bueno hija, hablamos luego.
–Hala venga, adiós, que sé que tienes ganas de colgar.
–¿¡Serás!?
–¡Jajajajajajajajaja!

Tras colgar la llamada, unos minutos más tarde el médico le dijo que ya podía entrar, por lo que sin esperar más entró y le vio despierto pero dolido.
–¿Con quién has hablado? Se te oía desde aquí…
–Con mi madre.
–Oh, y… ¿se lo has dicho?... –preguntó refiriéndose a su padre.
–Sí, y no le importa, me ha dicho que le dejó de amar hace mucho y ahora sale con una chica.
–¡Mira qué bien! De la que me he librado... –pensó.
–¡Y esa chica es historiadora y arqueóloga!
    Al escuchar eso, Jones se interesó.
–¿Nombre?
–Nébola Salomón.
–¡No jodas!
    Del susto se levantó de la camilla.
–¿Qué?

Indiana Jones y Las Ruinas De Kowloon (The Walled City)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora