Indiana Jones y Las Ruinas De Kowloon (The Walled City)

11

Una vez dentro, emprendieron el viaje. Gracias a que era un avión privado podían volar directamente hacia su destino sin tener que parar en ningún sitio para coger otro transporte, algo que agradecieron bastante sin decirlo.
    Mientras pilotaba, Indy y Ainhoa se encontraban en la parte trasera del lujoso avión, era una familia con dinero.
–Y bien, cuéntame de ti.
–Y yo que sé Indy, qué manía tienes con saber todo sobre los demás. Mis padres se conocieron en La Alhambra y se casaron cuando faltaban meses para que mi madre me diese a luz. Luego se fueron para Egipto y allí crecí entre dos lenguas, la egipcia y la castellana –contestó Ainhoa molesta, era un cotilla.
–No, si yo te lo decía por hablar de algo, es que no soy bueno sacando temas de conversación, pero si te he molestado… perdona…
    El arqueólogo bajó la cabeza, Ainhoa lo notó, parecía deprimido.

–¿Te pasa algo?...
–Nada, tranquila… Voy a ir a ver a tu padre, igual necesita ayuda en algo o... –Sin acabar la frase, se fue acercando a la cabina de mandos donde encontró al padre de la joven pilotando el avión.
–Viaje largo, tenemos para bastante, ¿tú llamar cómo? –contestó el padre en su pésimo inglés.
–¿Que yo qué? –Indy no entendió nada.
–Tú Indy ¿no?
–Sí, yo soy Indy, y usted Abdula ¿verdad?
–Sí, yo Abdula soy.
–Pues genial… 
    Al ver la conversación que tenían, llamó a Ainhoa que apareció en segundos.
–¿Qué os pasa?
–Tu padre y yo, que no nos entendemos.
–Pues no habléis.
    Tras su lógica respuesta, Indy cambió la cara.

–No jodas, ¡qué gran ayuda!
–¿Qué? Es verdad, ¿a que sí papá?
–Macaroni has cheese.
–¿Los macarrones tienen queso? ¿A qué coño viene eso? –preguntó molesto.
–No te burles de mi padre, le cuesta mucho hablar inglés y cuando no sabe qué decir improvisa otra frase.
–Por lo menos podría improvisar algo con sentido –contestó serio.

Tras una mirada asesina de Ainhoa mientras Indy la miraba con una ceja levantada, el padre exclamó;
– Okey Makey!
–¡El inglés de tu padre es de parbulitos!
–¡Habla tú castellano a ver! Qué, ¿a que no es fácil? Pues eso, ¡y no te metas con mi padre!
–Por enésima vez desde que estamos con tu padre, ¡no me estoy burlando de él!
–Toma no, ¡hasta tu padre se daría cuenta de que te estás metiendo con él!
    Al oír eso, Henry le señaló con el dedo índice muy seco y enfadado.

–No menciones a mi padre.
    Sin decir nada más se fue a la parte de los pasajeros y Ainhoa le siguió por detrás mientras le gritaba por su comportamiento.
–¿¡Qué pasa ahora!? ¡Le menciono para que espabiles y no te burles de mi progenitor!
–No le menciones, ¡no quiero saber nada de nadie ¿vale?! ¡Déjame solo!

Sin decir nada más, Indiana se sentó en uno de los asientos del avión y echó el respaldo para atrás poniéndose el sombrero encima de la cara logrando dormirse. 
–Qué coño te pasa Indy, qué coño te pasa… –soltó Ainhoa sin ningún temor a que le escuchara.
–Hoy sería el aniversario de boda de mis padres… –contestó sin quitarse el sombrero, pero nada más escuchar eso la historiadora poco a poco se lo quitó. Tenía los ojos llorosos.
–Hen… Digo… Indy, lo siento, yo no quería sacar ese tema…
–Tranquila, no pasa nada, normalmente estas fechas las celebro llorando en mi cuarto pero me alegro de que este año lo celebre en un avión rumbo a uno de mis mejores viajes con la mejor compañía.
    Ainhoa, al ver la referencia que le acababa de hacer, rió levemente y él besó su mano mientras ambos sonrieron.

Tras unos segundos, el arqueólogo se volvió a dormir (esta vez en el suelo) apoyado encima de mercancías que llevaba el egipcio, trastos viejos.
    Aun tener el sombrero encima, el arqueólogo se dio cuenta de que ella estaba a su lado y no paraba de moverse porque le molestaba la luz que entraba por la ventanilla. Sin decir nada se quitó el sombrero de la cara y se lo puso a ella, que sonrió tras el gesto del joven.
–Pero sólo para dormir ¿eh? Luego me lo das.
–Ay… No.
–¡Ainhoa!
–¡Jajajajajajajaja! ¡Que sí, que luego!