IX

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Jimin dejó la aspiradora en el cuarto de limpieza y luego regresó a la habitación que compartía con Jungkook para observar desde la puerta. Las paredes blancas, el edredón blanco, el armario y repisas de color blanco... ¿Acaso se estaba muriendo y ese era el purgatorio? ¡Todo era tan monocromático!

Le hacía falta color.

— ¡Jungkook! —gritó mientras bajaba las escaleras hacia el salón de estar, donde encontró al pelinegro comiendo un plato de cereales mientras miraba los Backyardigans. Apenas eran las ocho de la mañana, pero Jimin había decidido limpiar porque se le había olvidado hacerlo el día anterior y aquella inquietud no le permitió dormir— ¿Puedo pintar tus paredes?

— ¿Eh? —Jungkook levantó una ceja y miró con confusión al rubio.

— ¡Quiero comprar pinturas! —chilló Jimin emocionado y luego corrió por sus zapatillas, se las puso con rapidez y arrastró a Jungkook hacia la tienda de decoraciones.

Jungkook apenas tenía un ojo abierto mientras caminaba detrás de su pequeño novio, que miraba cada paleta de pinturas y pinceles con ojos brillantes y redondos. El pelinegro pensó que cualquier cosa que Jimin quisiera hacer en el que era su cuarto, estaba bien. La culpa seguía hincándole el pecho cuando pensaba en que no podía comprarle una enorme plaza en el que él pudiera diseñar una hermosa casa, así que haría todo lo que Jimin quisiera si eso le daba comodidad.

— ¡Mira Jungkook! —Jimin le enseño un cartón con combinaciones turquesas y fucsias— ¡Podría hacer un mural precioso en la pared detrás de la cabecera de la cama!

— Me encanta la idea —asintió Jungkook con una sonrisa y luego volvió a asentir cuando Jimin le preguntó si podrían comprar también unas almohaditas amarillas y maceteros con plantas artificiales.

Cuando pagaron por todo, Jungkook y Jimin comieron un postre en una cafetería. El lugar estaba tranquilo cuando entraron y luego se llenó de carcajadas por lo escandaloso que estaba siendo Jimin al comer su tarta de frambuesas.

— ¿Has pensado ya si quieres una niña o un niño? —quiso saber Jungkook antes de darle una mordida a su muffin de manzana.

— Solo quiero que tenga el cabello castaño de mi padre —refunfuñó con una mueca— Pero la señora Ryu ya me aseguró que tendría cabello negro como el tuyo.

El mayor soltó una carcajada.

— Me debes 10000 won —pero Jimin le sacó la lengua.

— ¡Eso solo te los pagaré cuando vea con mis propios ojos cabellos negros en su pequeña cabeza! —Jimin sonrió cuando pensó en el pequeño bebé que pronto tendría consigo— ¿Te lo imaginas? Será algo tan pequeño... —el rubio se removió en su asiento riendo— Me da ansiedad de solo pensar en lo pequeño y delicado que va a ser.

— Si se nos cae podría revent...

— ¡CÁLLATE! —Y Jungkook rio más cuando el color abandonó la cara de Jimin— Si pienso en eso se me baja la presión.

— Solo fue una bromita.

— Ahora sé que nunca debo dejar a mi bebé contigo —Jimin lo fulminó mientras se metía el último trozo de tarta a la boca.

— También será mi bebé así que puedo demandarte —molestó nuevamente, pero luego se estiró sobre la mesa para besar la mejilla esponjosa del rubio— Te amo y te prometo cuidar muy bien a nuestro pequeño feto.

— ¿Lo prometes? —los ojos mieles de Jimin se aguaron.

— Lo prometo.

Después de eso terminaron de comer y regresaron a casa, donde Jimin obligó a Jungkook a mover la cama para empezar a pintar. Sin embargo, un pequeño insecto de ocho patas empezó a correr por la pared, sorprendiéndolos a ambos.

— Una araña —balbuceó Jimin antes de ver la rápida reacción de Jungkook, quien tomó una de sus pantuflas y con ella aplastó al arácnido. Jimin parpadeó incrédulo— Pero...

— Ya está, ya la mate... —Jungkook reviso para asegurarse de que no habían más arañas, pero al girarse hacia su novio para decirle que ya podía pintar, se encontró con Jimin llorando— ¿Jimin?

El rubio sorbió por la nariz.

— ¿Por qué la mataste? —refutó entre sollozos descontrolados.

— ¿Querías que la dejara viva?

— ¡La araña no te hizo nada! —chilló el rubio y Jungkook solo podía mirarlo con completa confusión. ¿Desde cuándo a Jimin le gustaban las arañas? Que él recordara, el menor les tenía pánico— La pobre araña podría haber pensado que era tu roomie...

— ¿Qué? —Jungkook alzó una ceja.

— Q-quizá esa araña pensaba que te estaba c-cuidando, ¿Sabes de cuántos insectos te salvó? —Jimin salió de la habitación llorando tan fuerte que tanto sus padres como Yoongi y Soobin salieron de sus habitaciones— ¡Creyó que te estaba cuidando y tú la mataste!

— ¿Qué carajos hiciste, Jungkook? —le reclamó su madre cuando Jimin se acercó a abrazarla mientras sollozaba.

— Solo maté una araña... —susurró Jungkook ante la mirada amenazadora de todos.

— ¡LA ARAÑA DEBE HABERSE PREGUNTADO QUÉ HIZO MAL PARA QUE SU ROOMIE LA MATARA!

— Shhhh, Shhhhh —La señora Jeon acarició la espalda del pequeño rubio mientras Yoongi y Soobin se aguantaban las risas— Ya, ya, dulzura, Jungkook se arrepentirá de eso después.

— Pero...

— ¡Asesino! —gritó con burla Soobin y le lanzó una de sus pantuflas. Yoongi soltó una carcajada y después de que su madre les diera una mirada de advertencia, regresaron a encerrarse en sus habitaciones.

Jungkook tuvo que pedirle disculpas al cadáver de la araña en la suela de su pantufla para que Jimin pudiera dejar de llorar. Luego le dio muchos besos a su pareja y lo ayudó a pintar por el resto del día, siendo eso su condena por asesinato.

Para la noche y antes de que Jimin fuera a su turno en el restaurante, la habitación estaba decorada con maceteros al costado de los libros y un hermoso mural floreado en la pared.

Y también había una pequeña araña dibujada con ojos grandes y bonitos que subía por uno de los tallos de la flor.

— Eso te recordará tu crimen por el resto de tu vida —le dijo Jimin con una ligera pizca de resentimiento en su voz.

El pelinegro solo pudo rogarle a Dios que se apiadara de su alma.

La Forma En La Que Te Amo (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora