XII

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Jimin se despidió del guardia del edificio en el que solía vivir. La mañana estaba despejada, el sol por algún motivo había salido, pero aun así Jimin tenía frío y por eso había decidido no quitarse la sudadera grande que le había robado a Tae.

Caminó con saltitos hasta acercarse a Jungkook, quien ya lo esperaba recostado en la puerta de la camioneta negra que ahora ocupaba.

— ¿Cómo está Taehyung? —preguntó el pelinegro mientras se acercaba a dejar un beso en la mejilla de su novio. Las ojeras eran notorias en su rostro pues Jimin se había levantado de un salto en la madrugada y le había pedido que lo trajera a su antiguo departamento urgentemente, pues su mejor amigo lo necesitaba.

— Él estará bien —Jimin se subió al asiento del copiloto— ¿Sabes? Quiero una malteada de oreo y una tarta de manzana con salchichas y Kimchi.

Jungkook tuvo que tragar saliva para no hacer una mueca de asco.

— Pero ni siquiera has desayunado, amor —el mayor le cerró la puerta y rodeó el vehículo para sentarse también en el puesto del conductor— Y esa es mucha azúcar y especias.

— No me importa, Jungkookie —el rubio lo miró con los ojos aguados, como si estuviera al borde del llanto— Quiero comer eso.

Jungkook no pudo decirle que no.

— Vale.

Condujeron hasta el supermercado más cercano para comprar las salchichas y el Kimchi enlatado que Jimin quería, además de que también cogió uno pepinos encurtidos y manzanas. Luego se dirigieron hasta el centro comercial, donde había tiendas de todo tipo, y compraron la tarta y la malteada en una cafetería. Finalmente salieron y caminaron hasta el auto.

Jungkook estaba tan ensimismado en el bonito día que hacía y en la belleza de su novio, quien lucía realmente hermoso bajo la luz del sol, que no se le pasó por la cabeza que caminar así, como lo habían hecho desde que Jimin y él empezaban a conocerse, ahora era un tanto peligroso.

No se le pasó por la cabeza que algún fotógrafo curioso podría estar observando y no fue hasta el día siguiente, en el que Jungkook tenía un ensayo programado y se levantó de la cama dejando a Jimin aún en los brazos de Morfeo, que el escándalo fuera de su casa lo alarmó.

— Pero... ¿Qué? —se acercó hasta la ventana grande del segundo piso, encontrándose a sus padres también ahí observando todo.

Había un par de autos, unas tres personas con cámaras y a un lado, un pequeño pero ruidoso grupo de chicas en uniformes escolares.

— Jungkook, ¿Sabes algo de esto? —quiso saber su madre, pero cuando el chico se iba a alzar de hombros, escucharon acercarse unos pasos acelerados.

Soobin llegó corriendo hasta donde su familia se encontraba y sacudió a su hermano por los hombros, sus ojos preocupados.

— Carajo, tú... —hablo el chico, pero eso solo hizo que Jungkook lo mirara con mayor confusión— ¿Cuándo saliste con Jimin?

— Él quiso comer algo ayer, así que fuimos al supermercado y al centro comerc... —entonces abrió los ojos de golpe, cayendo en cuenta de su estupidez— Oh, no.

— No entiendo por qué, no somos tan conocidos aún, pero están por todos lados —Soobin le mostró la pantalla de su teléfono y ahí Jungkook pudo visualizar un par de fotografías en las que salían Jimin y él caminando juntos mientras reían y bebían de sus malteadas— Es un alboroto. Todavía no entiendo cómo averiguaron la dirección de nuestra casa.

— ¡Es una falta de respeto! —se indignó su padre.

— Al menos Jimin llevaba puesta una sudadera, hubiera sido peor si no —su madre suspiró, pero luego regresó su mirada hacia la gente que había fuera de su casa— Quizá no deberías salir hoy.

La Forma En La Que Te Amo (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora