XXXIX

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Moonbyul tomó el control del proyector y, después de un par de movimientos, todas las personas dentro del salón pudieron visualizar una serie de videos en los que se podían escuchar las conversaciones que Kim Seokjin había establecido con diversas personas, en su mayoría personas que escapaban de la justicia.

Nadie podría dudar de mi —decía el chico—. Lo que hago incrementa en la economía de este maldito país, ¡yo les doy de comer a todos estos imbéciles que dicen gobernarnos! ¿Cómo podría Jeon Jungkook competir contra alguien como yo? Él será mío, no me importa lo que tenga que hacer.

Incluso el abogado de Jin pareció quedarse helado después de que los videos se presentaran.

—También tengo las pruebas de sangre —informó Jungkook, indicándole a su amiga que le entregara el sobre de papel al juez—. Las dos primeras que me hice, soltaron que tenía los restos de una sustancia desconocida en mi sistema. Las siguientes dos fueron las que determinaron el tipo que droga que Kim Seokjin puso en mí.

—¡Eso es mentira! —gritó el castaño, levantándose de su lugar—. ¡Todo está manipulado! La persona de los videos no soy yo. ¡Yo jamás haría algo como eso, señor Juez!

—Cacao Malti... —El mayor arrugó el ceño—. Droga procedente de Estados Unidos, cuyos efectos provocan alucinaciones muy reales. Se creó para reducir las violaciones hacia menores de edad, inducidas por el deseo de... ¿Qué porquería es esto? ¿Por qué Kim Seokjin la usaría?

—Yo tengo un hijo, señor —susurró Jungkook, agachando la mirada mientras recordaba el rostro sonriente de Miel, sus manitas rechonchas, sus besos llenos de saliva—. Tiene nueve meses y es un niño muy travieso, endemoniado, pero yo... es mi hijo, lo amo como es. Y todo lo que he hecho; cada presentación, composición y coreografía, a pesar de estar muerto de cansancio, ha sido por él y por mi novio.

—Se está desviando —refutó el abogado de la parte contraria, pero el juez solo alzó la mano para silenciarlo.

—Déjalo terminar.

—Jin fue mi amigo. —Jungkook se giró hacia Seokjin, aquel artista al que había admirado por mucho tiempo—. Yo le presenté a mi familia y él la arruinó. Mi pareja terminó conmigo, mi hijo se fue con él y, para terminar de aplastarme, me pusieron en un hiatus indefinido para evitar que los medios siguieran hablando de mí. Y cuando eso pasó, Jin dijo que quería estar conmigo... y cuando tuve mis sospechas, no me lo negó. Nunca negó el capricho que tenía hacia mi persona.

El hombre de cabello blanco dirigió su mirada filosa hacia Jin, quien estaba botando humo por las orejas.

—Quería que este fuera el juicio más rápido del mundo, pero es todo un drama de novela —dijo, levantando su mazo—. Eres un joven guapo, talentoso y poderoso. Podrías haber tenido a cualquier chico que quisieras, señor Kim, cualquier chico que estuviera solo y disponible. Sin embargo, arruinar una familia es caer bajo, y usando tácticas aberrantes muchísimo peor.

—¡Pero, señor juez, ni siquiera ha escuchado nuestra parte! —gritó el abogado de Jin, levantándose de su lugar para exigir una oportunidad. No obstante, el mayor golpeó el mazo y se bajó de su butaca.

—Las pruebas están ahí, abogado. No creo que sea tan estúpido como para creer que fueron editadas, ¿O sí? —El juez bostezó y empezó a caminar a pasos lentos—. Jeon Jungkook es inocente y quien se va a la cárcel es Kim Seokjin. También, además de su sentencia de dos años por posesión y consumo de drogas, se le agrega un año de prisión por difamación, delito penado bajo la ley N°678-09 del código penal del gobierno de Corea del Sur y seis meses más por acoso y actos indebidos realizados a una persona no consciente, delito penado bajo la ley N°910-11 del código penal del gobierno de Corea del Sur.

La Forma En La Que Te Amo (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora