XXVII

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El pequeño Miel comenzaba a descubrir el mundo que lo rodeaba, y para él no había mejor forma de hacerlo que metiendo todo lo que encontraba a la boca para morderlo y chuparlo. Desde que sus encías hicieron erupción y dos de sus primeros dientes empezaron a despuntar, los pobres de Jimin y Jungkook debían tener bien vigilado a su hijo para evitar cualquier tipo de accidentes.

— ¡Miel! —regañó el rubio mayor mientras le quitaba al bebé de seis meses uno de los peines redondos de Soobin. El chico iba tarde a una importante cita y había dejado despilfarrado sus cosas, olvidando a su curioso sobrino y sus ganas de embarrar en saliva cualquier objeto a su paso — Ya te he dicho que no puedes meter cosas sucias a tu boca.

Wa, wa, wa.

— No, no puedes, wacala... —Jimin cargó al niño y lo metió dentro del corral que había en el salón de estar, luego volvió a tomar asiento en uno de los sofás junto al ordenador para continuar con su trabajo.

Después del pequeño viaje que Jungkook y él habían realizado para su cumpleaños, se habían dado cuenta que habían gastado una parte significativa de sus ahorros, así que Jimin había decidido empezar a buscar un trabajo para ayudar a su novio a reponerlo. El pelinegro se había rehusado al principio, pero cuando el joven de ahora veintiún años encontró una propuesta para trabajar completamente de forma online, no pudo decir que no.

Baba... —Jimin levantó la vista y encontró los enormes y brillantes ojos negros de Miel inundados en lágrimas al mismo tiempo que estiraba los bracitos hacia él. Al niño no le gustaba estar encerrado. Apenas se enteró de que podía arrastrarse por el suelo, la idea de estar recostado o sentado en un lugar con el espacio reducido lo ponía de mal humor— Ba... Baba...

— Ya termino, mi amor, solo tengo que... —el chico aceleró el movimiento de sus dedos para terminar de escribir el correo electrónico en el que enviaba el avance de los planos que le habían asignado— Solo un segundo... —pero un segundo era muchísimo tiempo para un bebé y eso Miel no lo iba a permitir. La cara del pequeño rubio se puso roja y se arrugó y Jimin poco pudo hacer para que no empezara a llorar de forma desquiciada. Le dio clic al botón de enviar y sacó a su hijo de la prisión para mecerlo y alimentarlo.

Un rato más tarde, Jungkook y Seokjin entraban a la casa charlando animadamente. Ambos se habían vuelto muy amigos en los últimos meses, en específico desde que la empresa de Jin y la del grupo Strangers habían firmado un contrato de colaboración y los dos chicos se juntaban seguido para componer las canciones del nuevo álbum que estaba próximo a salir.

Al principio a Jimin no le molestaba, de hecho, se sentía bastante bien pues Jinnie había sido su ídolo desde que estaba en secundaria. Era alguien elegante, amable y talentoso, ¿Quién no se sentiría afortunado de ser su amigo? Sin embargo, luego de un tiempo, todo se volvió complicado.

— ¿Entonces sí irás? —Jin colocó ambas manos sobre los hombros de Jungkook y lo agitó con fuerza, haciendo que el pelinegro soltara unas carcajadas— Si tú vas, yo voy, ¡Di que sí! Además de que será importantísimo para el grupo, yo me aburriría sin ti.

Jimin, al ver a los mayores entrar al salón, despegó a su hijo de su pecho, quien ya estaba dormido, y mostró una falsa sonrisa para saludar.

— Hola amor —le dijo Jungkook.

— Hola Jungk... —el menor intentó corresponder al saludo, pero de inmediato fue interrumpido.

— ¡Hola Minnie! —Gritó Seokjin y Miel pegó un salto en sus brazos, volviendo a abrir los ojos y empezando a sollozar— Estaba hablando con Jungkookie sobre una reunión de artistas que habrá en Japón. ¿Verdad que debería ir? Va a ser un paso muy bueno para su carrera.

La Forma En La Que Te Amo (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora