XL. FINAL

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Cuando las campanas sonaron, Taehyung y Hyunjin avanzaron por la alfombra del local tirando pétalos de rosas de color amarillo. Detrás de ellos iba Jimin luciendo un bonito traje blanco y una corona de flores en su cabello rubio. Los últimos botones de su saco estaban abiertos para dejar libre la pequeña barriguita que, a los cinco meses, se había dejado notar por fin.

Jungkook, con un traje negro y el cabello engominado, lo esperaba al lado del juez de paz que habían contratado para realizar la ceremonia.

—Te ves hermoso —susurró el pelinegro cuando el chico llegó frente a él—. Debimos casarnos antes, ¿no lo crees?

—Solo acepté para que mi segundo hijo no naciera fuera del matrimonio, nada más —respondió Jimin, tomando las manos de su novio y sonriéndole con diversión.

—Fingiré que no me dolió —lloriqueó Jungkook, pero detuvo su fingido berrinche al escuchar al señor hablar.

—Estamos aquí reunidos para celebrar la unión de esta pareja —dijo con la voz calmada, señalando a la pareja que se miraba con mucho cariño—. Jeon Jungkook y Park Jimin han decidido entrelazar sus vidas para dirigirse a un mismo camino, y todos hoy somos testigos de eso. Así que, con el poder que recae sobre mí, empezaré: Señor Jungkook, ¿acepta como su esposo a Park Jimin, el alma que está frente a usted, para amarse, respetarse y caminar de la mano, por el resto de su vida?

El mayor sonrió con completa felicidad, mostrando sus dientes frontales y asintió. Recordó cada momento que pasó junto a Jimin; su cuerpo flaquito acurrucado en el sillón mientras la música retumbaba, sus gruñidos mientras lo acomodaba entre las sábanas de su cama, sus besos, sus abrazos, sus peleas. Rememoró cada lágrima, cada caricia y cada circunstancia que los puso entre la espada y la pared; el embarazo no planeado de Miel, el parto prematuro, sus errores como padres primerizos y los aprendizajes.

Cada recuerdo cruzó su cerebro y sintió las lágrimas resbalando por sus mejillas mientras movía la cabeza en un asentimiento porque, de todas las decisiones que había tomado, enamorarse de Jimin fue la mejor de ellas.

—Acepto.

—Ahora usted, Park Jimin, ¿acepta como su esposo a Jeon Jungkook, el alma que está frente a usted, para amarse, respetarse y caminar juntos, tomados de la mano, por el resto de su vida?

Jimin, quien también estaba llorando, asintió frenéticamente.

Miró hacia el cielo, que estaba despejado gracias al local sin cubierta que habían alquilado para la ocasión, y sonrió pues, seguramente, su padre estaría observando. Quizá, el verlo con dos hijos a una edad tan joven, no estaba en los planes de su difunto padre; sin embargo, el señor Park siempre había especificado que lo que más le importaba, era que Jimin fuera feliz.

Y Jungkook, junto a su pequeño niño rubio y el feto que golpeaba sus entrañas por las noches, lo hacían muy feliz. Así que no había duda alguna de que su padre estaría contento de verlo de aquella manera.

—Acepto —soltó, riendo cuando el juez los declaró esposos y el chico que más amaba en el mundo se acercó para plantar sus labios sobre los suyos.

Fue un beso dulce y muy simple, pero significativo. Era el beso que los unía para toda la vida, aunque en lo más profundo de sus seres ya existiera un lazo invisible que cumplía esa función. Era el beso que los desconectaba del mundo, un lugar que no sería lo mismo sin el otro. Era el beso que pintaba de colores vibrantes, sus paisajes blanco y negro.

Era, por sobre todo eso, el beso que le transmitía al otro cada uno de los sentimientos que albergaban en sus cuerpos.

Los aplausos no se hicieron esperar y, mientras se acercaban a recibir las felicitaciones de sus allegados, Jungkook chilló al sentir como los granos de arroz se le metían a los ojos.

—¡Tonto! —se burló Jimin.

—Así me amas —contraatacó Jungkook, pero, contrario a lo que pensó que haría Jimin, este solo sonrió.

—Sí.

Porque no importaba lo que sucediera, ellos ahora eran un solo destino.

Y estaban destinados a ser felices.

FIN.  


La Forma En La Que Te Amo (KookMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora