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Jungkook estaba extraño.

Taehyung había vuelto de sus clases universitarias dirigiéndose hacia su cuarto para dejar sus cosas, dando con un conejito recostado en la cama y mirando el techo muy inmerso en sus pensamientos. Desde qué lo habían hecho, a pesar de que ningúno había hecho alusión a lo sucedido por días, y aún cuando Taehyung tampoco había mencionado nada acerca de que él no había estado en celo, Jungkook se comportaba inusualmente.

Estaba demasiado tranquilo. No jugaba, no se comía el papel del baño, no le andaba tan encima cómo antes, no ponía excusa para bañarse, andaba callado, no le pedía para “saltar”... Realmente estaba extraño. Aunque a decir verdad algunas cosas no habían cambiado demasiado. Él seguía abrazandolo por las noches, quedándose vieno dibujos animados todo el día, y tragando comida como si no hubiese un mañana.

— J-Jungkookie... Ya llegué —. Musitó tirando su mochila a un rincón. El menor tomó asiento rápidamente mirandolo con un ligero rubor. — ¿C-Cómo estás? —.

“ ¿Me extrañaste? ”

— Bien hyung—. El conejito hizo sus orejitas hacia atrás recostandose en la cabecera mientras atraía sus rodillas hacia su pecho. — ¿Y usted? —.

— Un poco aburrido... Las clases me aburren bastante, pero bien también, con ganas de verte... —. Se acercó a él hasta tomar asiento a su lado. Entonces Jungkook notó qué él traía una bolsa colorida con un pequeño moño decorativo. — Creí que estabas mal por Señor Amoroso... Entonces yo... Recordé qué tenía algo de dinero en una vieja alcancía más algo qué ya traía en mi billetera y... —. Guardó silencio ante la confusa de mirada de su menor, entonces optó por entregarle la bolsa. — Y no busco reemplazar a Señor Amoroso, además este no es para que le des el mismo uso... Pero me recuerda a ti —.

— ¿A mí? —. El menor sacó el contenido de la bolsa. Sus ojitos brillaron con sorpresa y emoción ante el mullido y pequeño conejito de peluche qué su mayor le había regalado. Era adorable. — ¡Oh! —.

— Has estado un poco raro... Espero te sientas mejor... Koo... —. Musitó Taehyung apartando la mirada cabizbajo hacia sus propias manos. Se sentía un poco distante de él, quería abrazarlo más seguido y besarle, pero su indiferencia lo hacía sentir mal. Temía ser rechazado.

— Muchas gracias hyung... En verdad me encantó —. Respondió abrazando el peluche y descansando su cabeza sobre este. Observando algo afligido hacia su mayor, quién estaba sentado casi dándole la espalda y evitando su mirada. — Tendré qué pensar en un nombre... —.

— Si... —. Murmuró echando un ligero suspiro. No sabía qué decirle ni qué hacer. No quería irse ni tampoco acercase más, no sentía que fuese lo correcto, las únicas veces en que parecía serlo eran en las noches. Antes de dormir, Taehyung podía abrazarlo sin miedo y acurrucarse con él, cómo si esa fuese la hora indicada para estar juntos. Pero Kim no quería tener que esperar todos los días a que la noche cayera.

— A veces... Extraño a Señor Amoroso, pero no lo necesito —. Comentó frotando sus piecitos nerviosamente. Sintiendo su pancita cosquillear cuando el castaño se volteó a verle nuevamente.

— No es cierto...

— Sí lo es hyung...

— ¿Entonces? ¿Por qué? —. Las orejitas del menor bajaron al igual que su mirada, entonces Taehyung optó por acunar una se sus mejillas. Aún sí estuviera aterrado de la idea de ser rechazado.

— Hyung me hizo sentir muy bonito. Fue maravilloso cuando concretamos... Pero mí pecho duele... Porque siento qué soy malo —. Sus orbes se sintieron picosos. No sabía cómo explicarse. Sentía qué había hecho algo malo, y qué Taehyung no debía estar con él, pero quería quedarse a su lado. Su hyung le encantaba. — Soy alguien malo, Tae —.

¡Abra Cadabra! ¡Pata de... conejo? - 『Taekook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora