El lunes por la mañana llego a la oficina con el estómago revuelto. Llevo desde el viernes con ardores, y es que a mí los nervios me atacan por ahí. Todas mis crisis acaban conmigo ingiriendo una cantidad inmensa de antiácidos y protectores estomacales. Me dirijo hasta mi departamento saludando a todo aquel que me cruzo por mi camino con un escueto saludo, algo raro en mi efusividad habitual. Nada más sentarme en mi sitio noto la mirada de Lena fija en mi persona.
Un cosquilleo que me recorre la sien. Tengo un radar que detecta su mirada a kilómetros de distancia. Estemos donde estemos, solas o acompañadas, si ella me mira, yo lo noto. Es como un superpoder. Un superpoder de lo más inútil, todo sea dicho.
Levanto la mirada y ahí está Lena, tomándose un café en su ridícula taza decorada con un unicornio mientras evalúa mi atuendo. Hoy llevo unos pantalones ceñidos de color negro y una camisa blanca con un lazado en el cuello. Ella, por su parte, no viste uno de sus eternos trajes, sino que viste un vestido negro ceñido al cuerpo que le hacen muy buen culo y no se diga de los pechos (no es que lo diga yo, es un comentario que he oído en la sala de descanso, yo no la miro para nada).
Como siempre, después de nuestra mutua evaluación visual, clavamos los ojos en los ojos de la otra. Es una especie de competición que hacemos todas las mañanas. Nos quedamos mirando la una a la otra sin decir nada hasta que una de las dos aparta la mirada. Quién aguanta hasta el final, gana.
Cuando Sergio se acerca a ella para preguntarle algo y se ve obligada a desviar sus ojos de los míos, siento una especie de regocijo súbito al saberme vencedora en este juego absurdo al que hace tiempo que ella y yo jugamos.
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La mañana pasa rápido. Tengo mucho trabajo pendiente y, cuando me doy cuenta, ya es la hora del almuerzo. Me zampo un sándwich de jamón y queso sentada en una mesa libre mientras intercambio unos cuantos wasaps con Felicity.
Felicity: ¿Cómo va la misión «Poner celosa a Kate»?
Kara: Pues por ahora, esa misión ni siquiera existe, así que no va. Además, sigo pensando que no es buena idea.
Felicity: ¿Por qué no?
Kara: Si Lena se entera de esto, no podré volver a mirarle a la cara.
Felicity: Y eso sería una pena, con lo buena que está...
Kara: ¡Asco!
Felicity: No disimules conmigo, Kara, que la he visto en foto y está para hacerle un traje de saliva.
Kara: Será a escupitajos.
Felicity: Si te va eso... Además, parece que tiene unos dedos....
Kara: ¿¿¿¿???
Kara: ¿Y eso lo sabes mirando su foto o es que ahora eres adivina?
Felicity: En fin... Haz me caso con lo de Kate. Por probar no pierdes nada.
Kara: Lo pensaré, pero no te prometo nada.
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Por la tarde, nos apiñamos todos los integrantes del equipo creativo en una sala de reuniones. Tenemos que diseñar un anuncio televisivo que quiere lanzar una aerolínea para Navidad. Vamos un poco ajustados de tiempo, porque acabamos de empezar octubre, así que es urgente. La persona asociada a la cuenta es Kate.
Lena y yo nos encargamos de coordinar al equipo creativo para diseñar el proyecto que debemos presentar al cliente. Nos pasamos la tarde haciendo una lluvia de ideas. Tenemos que elegir la más interesante y hacerle una presentación a Kate antes de finalizar la jornada. Después de un par de horas anotando palabras y conceptos en una pizarra magnética, tenemos lo que necesitamos, así que Lena y yo, en representación al resto, nos dirigimos al despacho de Kate. Mientras caminamos en silencio una al lado de la otra, no dejo de pensar en lo incómodo que va a ser esto.