Capítulo 18

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Ha pasado una semana desde que Lena y yo tuvimos nuestra cita, vuelve a ser viernes y las cosas siguen envueltas en caos, aunque lo que siento por Lena no ha dejado de crecer desde entonces. Lena y yo estamos en una especie de paréntesis extraño. La noche del viernes ya dijo que no quería agobiarme, que quería darme tiempo para que pudiera pensar lo que sentía, y eso hace que las cosas fluyan con naturalidad entre nosotras. Eso no significa que no hayamos hablado en toda la semana, al contrario.

Desde el lunes, además de nuestras rutinas habituales, como nuestras batallas dialécticas, los cruces de miradas, o que me espere sentada sobre mi mesa con su taza de unicornio, se suman rutinas nuevas que me encantan porque dan un poco de calidez a mis días, y consiste en mensajes recurrentes desde el sistema de chat interno. Ya era algo que hacíamos de forma ocasional antes, pero ahora es casi como una compañía constante. Cada vez que veo la luz azulada parpadeando en la barra de inicio, el estómago me da un vuelco y se me acelera el pulso. Es una tontería, lo sé, solo son palabras, pero siempre consigue arrancarme una sonrisa. Si a eso le sumamos las miradas lobunas que me echa de vez en cuando desde su escritorio... Me siento como dentro de una burbuja.

Total, que hoy es viernes y tengo un día muy estresante. Me toca hacer una presentación para unos clientes importantes. Cuando llegan las diez en punto, Kate se asoma por la puerta y me indica con un movimiento de mano que los clientes ya han llegado, así que cojo el pendrive donde tengo los archivos, y antes de salir pitando a la sala de reuniones, leo un mensaje que me acaba de aparecer en la pantalla.

Lena: Suerte Supergirl. Lo harás bien.

Kara: Pues estoy nerviosa, son unos clientes muy exigentes.

Lena: Si no los impresionas por tu excelente trabajo, cosa que dudo, lo harás por la forma en la que ese vestido se ciñe a tus curvas. Estás preciosa.

Kara: Semáforo rojo, Lena.

Lena: Semáforo rojo tendría que sacarte yo por llevar un vestido que te quede tan condenadamente bien, tentando al personal.

Levanto la cabeza y me guiña un ojo. Le sonrío y tras devolverle el guiño me dirijo a la sala de reuniones donde solemos quedar con los clientes. Cuando entro, el señor Páez ya está allí junto a un par de personas más que forman parte de la dirección de la empresa. Kate está a su lado. Yo enchufo el USB en un proyector. La siguiente hora la paso mostrándoles la campaña publicitaria que he diseñado para ellos. Es sobre una multinacional de productos de menaje del hogar que quiere implementarse en el territorio nacional a partir del año que viene. Cuando termino de hacer mi exposición, los clientes me hacen unas cuantas preguntas que respondo con soltura y, cuando se marchan, Kate me indica que vayamos a su despacho.

-Ha ido bien, ¿no? -digo, intentando parecer segura y alegre, para disipar un poco el aura azulada que nos envuelve desde que he cerrado la puerta.

-Si tú lo dices...

-¿A caso lo dudas?

-No parecían muy convencidos, quizás tenías que haber hecho una propuesta más tradicional.

-¡Pero si la supervisaste tú!

-Lo sé, era una observación dirigida a las dos.

-Pero me has atacado a mí.

-No te he atacado.

-Sí que lo has hecho -insisto. Me cruzo de brazos y le miro con una ceja levantada. Ella clava su mirada distraída en la pantalla del ordenador. -Kate... -susurro. Kate desplaza la mirada de la pantalla hasta mis ojos interrogándome con un movimiento de cejas. -No podemos seguir así.

-No sé qué quieres decir.

-No hacemos más que discutir y tú y yo no somos así. Nunca hemos discutido, y lo que más me duele es que estás llevando tus problemas personales conmigo al terreno profesional, y ya sabes que me tomo muy en serio mi trabajo.

Posdata: Te OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora