Ha pasado algo más de una semana desde que Lena y yo hablamos en el cuarto de la limpieza. Lena ha cumplido su promesa al pie de la letra: ha fingido estar loca por mí.
Miradas lobunas, roces casuales, comentarios jocosos... Si no supiera que es una artimaña para poner celosa a Kate, pensaría que realmente le gusto, por muy ridículo que eso pueda parecer.
Kate, por su parte, sigue todos nuestros movimientos malhumorada, con el ceño fruncido y los labios prietos. Además, me consta que los rumores sobre nosotras han empezado a proliferar entre los chismes de pasillo, un claro indicativo de que mi plan va viento en popa.
Hoy es jueves y, nada más llegar a mi escritorio, me encuentro a Lena sentada sobre mi mesa con su taza de unicornio. Inauguró esta rutina al día siguiente de nuestra charla. Dejo las cosas encima de la silla y, como siempre, nos retamos con la mirada. Hoy Lena lleva una camisa blanca y unos pantalones de color negros que se ciñen a la perfección a toda su anatomía.
—Hola preciosa —dice, clavando su mirada en la mía.
—Hola preciosa. —Le sigo el juego.
—Estás guapa hoy.
—¿Solo hoy? —Levanto las cejas de forma inquisitiva y ella se ríe.
—En realidad siempre —carraspea y baja la voz para seguir hablando—, pero esa falda tan indecentemente corta que llevas es una novedad interesante que está alimentando mucho mi hiperactiva imaginación... —Fija su mirada en mis piernas y se acerca la taza a los labios rojos, escondiendo una sonrisa ladeada tras ella.
Trago saliva. Su comentario y su mirada consiguen que una vibración se expanda de mi vientre hasta otras partes de mi cuerpo. Mentiría si dijera que me he puesto la falda al azar. La he elegido esta mañana pensando que con ella estaría sexy, aunque ahora me siento un poco incómoda. Llevo desde que ha salido de casa bajándomela cada dos por tres. Me quedo en silencio sin saber que decir.
El aire parece volverse más pesado hasta que Lena suelta una carcajada, me guiña un ojo, se levanta de mi mesa y se va a la suya. Yo aprovecho para sentarme, abrir mi ordenador y acceder al intranet para mandarle un mensaje desde el aplicativo.
Kara: Eso ha sido tarjeta roja, lo sabes, ¿no?
Lena: Roja es como se te ha quedado la cara, Supergirl.
Kara: No me llames Supergirl.
Lena: De acuerdo, Supergirl.
Kara: Eres insufrible.
Lena: Gracias.
Kara: No es un cumplido, idiota.
Lena: Insufrible e idiota. Soy un dechado de virtudes :). No me extraña que tengamos una relación tan apasionada.
Ahí me ha pillado. Se me escapa una risa entre dientes y levanto el rostro. Lena está de espaldas, pero me la imagino con su preciosa sonrisa pagado de sí misma.
♥ ♥ ♥
Paso la mañana redactando informes, escribiendo correos y acabando unos bocetos para la campaña de un cliente importante. Después de comer, Lena se acerca a mi mesa para que acabemos de perfilar el storyboar del anuncio navideño para la aerolínea. Ocupamos una de las salas de reuniones libres de paredes acristaladas y esparcimos todas las láminas de dibujos sobre la mesa.
—¿Cuándo empezarán el rodaje? —pregunto, escrutando los folios con atención.
—En un par de semanas, una vez que el cliente haya dado el visto bueno a nuestra propuesta y los de producción encuentren escenarios, actores y toda esa mierda —dice Lena, que ayudará a Kate a supervisar el proyecto.