Capítulo 25

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—¿Te importa si quedamos otro día? No me encuentro muy bien. —dice Felicity con un tono de voz afectado. Ha llamado hace unos minutos para anular nuestro plan para hoy.

—Rayos, qué pena, me apetecía mucho que saliéramos las dos por ahí —admito con un mohín, porque hace un par de semanas que no nos vemos.

—Prometo reservarte el próximo sábado.

—Eso espero, porque últimamente estás de un ánimo que parece que no quieras verme. No nos hemos visto desde la noche en la que salimos a cenar con Lena y Dick.

Sé que después de que Lena y yo nos fuéramos, ellos dos acabaron en casa de Dick entregándose al noble arte del fornicio, pero aún no hemos podido comentar la jugada en persona. Solo sé que disfrutó un montón y que quedó en eso, en sexo de una noche.

—¡No digas idioteces! —exclama tras chasquear la lengua—. Solo he pasado unos días algo ocupada con el trabajo, pero ya sabes que sigues siendo mi persona favorita del mundo mundial.

—Eso espero, porque a estas alturas no creo que sea capaz de encontrar a otra mejor amiga.

—Ya sabes que para mí eres como la hermana que siempre quise tener.

—Si ya tienes una hermana —le recuerdo dejando escapar una risita.

—He dicho la hermana que siempre quise tener, no la que tengo, ya sabes que ella no responde a esa descripción — refunfuña, y me rio, porque Felicity y su hermana no se llevan nada bien.

Son como el día y la noche. Si Felicity es dulce, buena y amable, su hermana parece la versión gore de la novia de Chucky.

—Bueno, pues pediré comida china y veré algo en Netflix.

—¿No has quedado con Lena?

—No, hoy Diana pasa la tarde con ellas, ya sabes, para que Lori y ella empiecen a conocerse.

—¿Te preocupa?

¿El qué? ¿Que la mujer con la que estoy saliendo pase tiempo con la madre de su hija y su primer amor? Nooooo... ¡Qué va! Me congratula la idea. Es más, ya de paso podrían comprarse una casa más grande para vivir las tres juntas como una familia feliz.

Me encantaría decir eso, pero me muerdo la lengua porque no quiero verbalizar las inseguridades y los miedos que llevan días acomodados en mi estómago, desde el día en el que Diana irrumpió de nuevo en la vida de Lena con el pretexto de retomar su relación con Lori. Según Lena, las cosas van bien, Diana parece haber cambiado, y yo vivo con el miedo permanente de que su reencuentro haga despertar de nuevo la chispa que les unió años atrás. Al fin y al cabo, donde hubo fuego quedan cenizas, ¿no?

—Lena te quiere —me recuerda Felicity, sacándome de mi trance.

—Lo sé.

—Deja que pase el tiempo, ya verás cómo las cosas se calman y encuentran la manera de encajar a Diana en la ecuación.

—Supongo que sí —murmuro.

—Oye, ¿te importa si te dejo? Creo que voy a acostarme un rato.

—Vale, cielo, cuídate.

—Te quiero, Kara.

—Y yo, Felicity, y yo.


♥ ♥ ♥



Como mi plan con Felicity ha quedado anulado, decido que, en vez de quedarme en casa sola y amargada, voy a salir a dar un paseo. Me pongo unos vaqueros y un jersey marinero y me dirijo hacia el centro. Hace un día bonito. Aunque ya estamos en noviembre, no hace frío aún. Compro un sándwich en una cafetería y continuo mi paseo, disfrutando del bullicio que caracteriza la ciudad. Acabo dejándome seducir por la música de un violinista subido en una pequeña tarima. La melodía me sacude el corazón, cierro los ojos y me dejo transportar por ella...

Posdata: Te OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora