Capítulo 12

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(Kara)

Estoy hecha un lío. Mi mente ahora mismo se parece mucho a uno de esos cajones llenos de cables enrollados los unos con los otros sin orden ni concierto. ¿Alguna vez han intentado separarlos? Es frustrante. A mí más de una vez me han dado ganas de coger unas tijeras y empezar a cortar a base de bien. Pues bien, así es como me siento ahora: abrumada.

Ayer, después de ir a casa de Lena y descubrir que tiene una hija, me costó horrores dormir. Nunca imaginé que Lena, la Lena déspota e imbécil que creía conocer, era madre. Y una buena madre, por lo poco que atisbé. Si el viernes ya me sentía confusa por su beso, desde ayer la confusión no hecho más que incrementarse. Y con este desorden en mi interior, salgo del ascensor y entro en la oficina, caminando a paso rápido hasta llegar a mi puesto de trabajo. Cuando veo a Lena sentada sobre mi mesa, un terremoto de nivel siete en la escala de Richter me recorre por dentro. Noto el calor en mis mejillas.

—Hola, Supergirl. —dice con un tono de voz insinuante.

Lena tiene su taza ridícula en las manos y hoy lleva un vestido negro entallado, en todo, me refiero a todo su cuerpo y acentúa todas las curvas. Dios, ¿estaré padeciendo algún tipo de cortocircuito cerebral? Como todas las mañanas, Lena me repasa con la mirada.

Hoy llevo unos pantalones ceñidos y una blusa blanca con topos negros, aunque por la forma en la que me mira podría estar completamente desnuda. Sus ojos adquieren un aire peligroso y su pecho sube y baja visiblemente.

—¿Cómo está Lori? —pregunto en un susurro, asegurándome de que nadie nos escuche.

Sus ojos, que parecen disfrutar del canalillo que deja al descubierto mi blusa, ascienden de nuevo hasta mi rostro.

—Ya está mejor, aunque aún no ha ido al cole. Hoy se ha quedado mi madre con ella.

Es nuevo esto de hablar de confidencias. Estoy segura de que en esta empresa nadie sabe que Lena tiene una hija. Somos cómplices en su secreto, y la idea de que compartamos algo tan íntimo me hace sentir afortunada. A las nueve en punto, tras haber ido a por mí té en la sala de descanso, enciendo mi ordenador y me pongo a trabajar. Para empezar, tengo algunos correos pendientes por responder. Abro el aplicativo de mensajería y justo en este momento recibo un mensaje entrante en el chat interno.

Lena: Me encanta esa blusa.

Kara: Lena ...

Lena: Dan ganas de desabrochártela con los dientes.

Un cosquilleo me recorre entre los muslos y me muerdo el labio. Joder con Lena.

Kara: Usar el chat para conversaciones subidas de tono en el trabajo creo que es motivo de despido según los estatutos.

Lena: A la mierda los estatutos, Kara. Me muero de ganas de que sea el viernes.

Suelto un suspiro y, pese a lo extraño de la situación, me doy cuenta de que yo también me muero de ganas...

♥ ♥ ♥

—Kara, es que es muy fuerte —dice Felicity, con los ojos muy abiertos y cara de loca.

Estamos en un local de copas cerca de mi casa, se trata de uno de esos pubs modernos, con luces de neón y mobiliario minimalista. Ambas tenemos nuestro segundo gin-tonic en la mano, y charlamos tranquilamente sentadas en una de las mesas del rincón. Estamos hablando de Lena, de su hija y de lo mucho que todo esto me sobrepasa.

—Es una locura, ¿verdad?

—Un poco. Hasta hace unas semanas tenías sueños recurrentes en los que Lena te seguía hasta un callejón oscuro y te estrangulaba.

Posdata: Te OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora