Lena: Te espero a las 21.00 h. En casa. No llegues tarde. No me aguanto las ganas...
Miro una última vez el mensaje antes de apretar al botón del interfono del piso de Lena. Decir que estoy nerviosa es poco, porque no es que esté nerviosa, es que estoy a un nivel superior. Hace más de año y medio que no me acuesto con nadie. La última vez que me acosté con alguien fue con un desconocido al que conocí una noche en una discoteca.
Había salido con Felicity, bebí más de la cuenta y acabé liada con un hombre con el que llevaba rato echándome miraditas y con el que acabé follando dentro de un baño (poco glamuroso, lo sé). No me van nada los rollos de una noche, pero hacía tanto que no me acostaba con un hombre que me dejé llevar.
La puerta del portal se abre y entro. Subo en el ascensor, salgo al descansillo y llamo a su puerta. Oigo el sonido de pisadas al otro lado y, a continuación, esta se abre. Lena me mira obsequiándome con una de sus preciosas sonrisas ladeadas.
-Estás muy guapa...
Me he puesto un vestido negro, ceñido y corto. Debajo llevo un conjunto de ropa interior que hace tanto tiempo que compré para una ocasión especial que estaba aún sin estrenar.
-Tú también estás muy guapa. -mis ojos se dirigen a la camisa que está usando; es negra con lunares blancos muy pequeños. -Es una de mis camisas favoritas. -Sonríe y nos quedamos mirando sin saber muy bien qué hacer ni que decir.
Ella se acerca despacio y... me da dos besos en las mejillas. Me quedo un poco descolocada, confieso que me esperaba un recibimiento más entusiasta. Me cede el paso y al entrar me encuentro con un chico de pie en medio del salón. El chico es alto, tiene el cabello y los ojos castaño oscuro y me recuerda mucho a Sam Claflin en la película Yo antes de ti.
-Kara, este es Dick, mi mejor amigo. Se queda con Lori esta noche.
Como si supiera que estamos hablando de ella, Lori se asoma por la puerta del pasillo y, al verme, sale disparada con los brazos abiertos. Me rodea la cintura y yo le doy un beso en la cabeza.
-¡Hola! Mamá me ha dicho que ha quedado contigo -dice la niña con una sonrisa ligera. -Yo me voy a casa de tío Dick. Cenaremos galletas con leche y veremos a Mérida.
-¿Valiente otra vez? -pregunta Dick frunciendo el ceño. -Si ya te sabes los diálogos de memoria.
-Pero es mi película favorita -le recuerda la niña, ceñuda.
-No se vayan muy tarde a la cama. -Lena mira a Dick y le da una mochila de color rosa.
-¿Esto es una sutil manera de echarnos fuera ya? -le pregunta Dick con una sonrisilla traviesa, lanzándome una mirada de reojo.
-Veo que lo has entendido.
Dick se ríe, coge a Lori del brazo y tras una sesión de besos y abrazos se despiden de nosotras y se marchan.
-Mi idea era que al llegar estuviéramos solas, pero Dick se ha retrasado y Lori no encontraba a Bobby.
-¿Bobby?
-Su peluche favorito. Así que entre una cosa y la otra...
-No pasa nada. -Sonrío.
-Sí que pasa, tenía pensado recibirte de otra manera.
Coge mi mano. Ambas estamos de pie en medio del salón y se aproxima lentamente a mí. Cuando está tan cerca que nuestros cuerpos se tocan, posa la otra mano sobre mi mejilla y acerca su rostro al mío. El beso al principio es suave. Solo un roce de labios que se sucede durante varios segundos. La punta de su lengua me lame con lentitud y me invita a abrir la boca. Eso hago, dejando que su humedad y la mía se enreden en un beso pausado que, poco a poco, va subiendo de intensidad. La cabeza me da vueltas y las rodillas se me aflojan. El beso se vuelve tan intenso que siento la necesidad de apoyar las palmas de mis manos sobre su pecho por miedo de caerme. Lena me aprieta más a ella y su cuerpo y el mío acaban pegados. Su boca se desplaza hasta mi oído dejando un reguero de besos, saliva y deseo.