—Aquí podrán ver como nuestra propuesta tiene un doble objetivo: atraer la atención de mujeres jóvenes e independientes que quieran sentirse sexys y poderosas, y por el otro... —Pierdo el hilo de lo que digo cuando mis ojos se encuentran con los de Lena. Estamos en una reunión de trabajo con un cliente y Lena está sentada justo delante de mí, mirándome de una forma tan intensa que parece la jodida manzana de Edén pidiéndome ser mordida.
—¿Kara? —pregunta Kate, sacándome de mi ensimismamiento.
Miro al cliente que observa mi gráfico con atención y me regaño por dejar que Lena haya conseguido desestabilizarme de nuevo. Desde que empezamos a vernos fuera de la oficina, esta situación se ha repetido más de una vez. Me da vergüenza admitirlo, porque me resta profesionalidad, pero no puedo evitar pensar en nuestros encuentros sexuales cuando nos miramos, sobre todo cuando me observa de esta manera.
Además, el hecho de que este último mes haya teniendo el sexo más satisfactorio e intenso de toda mi vida, tiene mucho que ver con ello.
¡Un mes, ya! ¿Lo pueden creer?
A mí a veces me cuesta hacerlo... Un mes viéndonos y seguimos sin poner nombre a lo nuestro.
Tampoco es que nos veamos demasiado a menudo, porque ella tiene que cuidar a Lori y no puede desaparecer todos los fines de semana para estar conmigo, pero las veces que nos hemos visto, todo ha sido... perfecto. Incluso le presenté a Felicity, y mi amiga está encantada con ella.
♥ ♥ ♥
Cuando finalizamos la reunión volvemos a nuestros puestos de trabajo. Kate me ha echado una mirada que parece decir: «A ver si dejas de estar tan descentrada, que pareces vivir en los mundos de Yupi estas últimas semanas», y yo le he echado otra como respuesta: «Tienes toda la razón, prometo dejar de hacerlo».
Por suerte, las cosas entre Kate y yo se han tranquilizado un poco. Después de nuestra charla, el ambiente se ha destensado. Es cierto que ya no nos vemos fuera del trabajo como nos veíamos antes de que todo este lío empezara, pero las cosas parecen volver poco a poco a su cauce.
Enciendo la pantalla del ordenador y espero a que Lena se siente. Segundos después, recibo un mensaje en el chat privado.
Lena: Me gusta comprobar que soy capaz de provocarte amnesia...
Kara: Deberías dejar de mirarme como si fuera comestible.
Lena: Es imposible que te mire de otra manera, ¿cuántos días hace que no te pruebo? Demasiados. Tengo hambre de ti...
Kara: Y yo de ti, ¿este fin de semana al final podrás escabullirte un rato?
Lena: Imposible. Mi madre está fuera y Dick tiene una cita.
Kara: :(
Lena: Lo sé :(
Kara: Entonces, este fin de semana, mi pequeño Rayancito y yo tendremos mucho trabajo por delante...
Lena: ...
Kara: ¿?¿?¿?
Lena: Te espero dentro de dos minutos en el cuartillo de la limpieza.
Alzo la mirada y veo como Lena se levanta de la silla y desaparece por el pasillo. No es la primera vez que nos damos ese tipo de indicaciones. El cuartillo de la limpieza se ha convertido en el lugar donde solemos vernos cuando queremos hablar lejos de la atenta mirada de nuestros compañeros. Seguimos siendo la comidilla de la empresa, y eso que intentamos disimular lo nuestro discutiendo como lo hacíamos antes.