Capítulo 5

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 Al día siguiente, nada más llegar al trabajo, volvemos a encerrarnos todos en la sala de reuniones otra vez para buscar una idea mejor para el anuncio de la aerolínea. La gente se sorprende al saber que Kate descartó nuestra propuesta. Es la primera que vez que lo hace. Nos pasamos varias horas lanzando nuevas ideas. Cuando encontramos una que nos convence, escribimos un nuevo informe y regresamos al despacho de Kate.

Una vez más, Kate nos recibe con una expresión indescifrable. ¿Qué mosca le habrá picado a esta mujer? Si hay alguien con derecho a estar enfadada, ese alguien soy yo.

—¿Y bien? —pregunta. Alarga la mano y coge la hoja que le ofrezco.

—Le hemos dado una vuelta de tuerca a la propuesta de ayer... —Lena le explica nuestra nueva sugerencia. —Hemos pensado que el anuncio muestre la forma en la que cada cultura celebra las fiestas navideñas. La idea es presentar a 5 viajeros diferentes llegando a 5 ciudades distintas usando los servicios de la aerolínea. —Kate le escucha atenta, golpeando repetidamente un bolígrafo sobre la superficie de la mesa. —En vez de centrarnos en el hogar y la familia, nos centraremos en la idea de aventura y diversidad cultural. — Termina la explicación.

Kate hace una mueca con los labios y lee el informe. Mientras lo hace, nos va echando miraditas. A mi lado, Lena parece incómoda, y es que el ambiente está muy enrarecido. Miro a Lena de reojo y, no sé por qué motivo, algo me lleva a fijarme en el cuello de su camisa, cuyo lado izquierdo está más subido que el derecho. Una parte de mí me dice que no haga lo que estoy a punto de hacer, pero es que la otra parte me lo pide a gritos, y soy una persona impulsiva por naturaleza, así que alargo la mano con toda la naturalidad de la que soy capaz y le coloco bien el cuello, dándole una palmadita sobre el pecho al acabar. Lena frunce el ceño y Kate nos observa disgustada.

—Así mejor, cielito. —Al escuchar mi diminutivo, Lena agranda los ojos y se atraganta con su propia saliva. Kate gruñe, da por acabada la lectura y deja el folio sobre la mesa con aire taciturno.

—Vale. —Se encoge de hombros—. No es la idea más original del mundo, pero puede funcionar. ¿Pueden encargarse de desarrollarla?

—Sí, claro, está eso hecho —digo yo con una sonrisa que intenta ser angelical y que estoy convencida de que debe ser parecida a la del Joker. Nos quedamos unos segundos las tres calladas en un silencio tenso. —Bien —digo yo.

—Bien —dice Kate.

—Bien —dice Lena.

Lena y yo nos levantamos dispuestos a largarnos de aquí, pero Kate me llama y me pide que me quede un momento. Lena me lanza una mirada irónica antes de cerrar la puerta tras de sí. Yo cojo aire y vuelvo a sentarme en la silla.

—Deberías ser un poco más disimulada, Kara.

—Llevas desde ayer un poco idiota, Kate. —Repito su fórmula de decir la frase con su nombre al final, porque suena a advertencia.

Kate suelta un bufido.

—La verdad es que no me gustó la manera en la que te fuiste de mi casa el otro día.

—A mí tampoco.

—Eres mi mejor amiga, Kara. Y sí esa idiota te hace feliz, lo aceptaré. Solo me preocupo por ti. Pero deberías tener más cuidado, y más en el trabajo. Se nota a la legua que se gustan.

No sé si reír o llorar.

—No me gusta. Lo nuestro es solo... sexo —miento. Y noto como el alud de mentiras se hace cada vez más grande.

—¿Sexo sin amor? Deja que te diga que no te creo, te conozco desde hace mucho y sé que no eres ese tipo de chica.

—¿Qué tipo de chica?

Posdata: Te OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora