LIBRO 1- Trilogía COMPLICACIONES
June es una chica con demasiadas inseguridades, que oculta tras una sonrisa y una actitud positiva.
Aaron un hombre que se moldeó como un ser correcto y sin fallos.
Él, a veces consciente y otras inconscientemente...
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Hoy tenía que ir a las oficinas y estaba más nerviosa que la primera vez. Por dos cosas, primero: necesito saber si me darán el empleo. Segundo, el pequeño detalle del hijo del dueño.
Emmie me dejó frente al edificio y se fue porque tenía que ir a trabajar. Es asistente de una psicóloga clínica. Aprende mucho de ella y le va genial ya que es lo que ama hacer. Siempre le ha gustado la psicología, recuerdo que no había persona más feliz en la tierra que Emmie cuando la aceptaron en la universidad.
Entré a la recepción con las manos temblando y sudando mares. Patética, lo sé. Pero no quiero encontrarlo aquí, pasaría la vergüenza de mi vida. Él probablemente, me ve como la zorra que se llevó a la cama y ahora - si mis sospechas son ciertas - me verá como la desesperada por el empleo.
—Bienvenida a Editorial Larken, ¿En qué puedo ayudarte?—repite la recepcionista como la última vez que vine. Cuando levanta la mirada, enarca una ceja y me mira de arriba abajo como hizo aquella primera vez—. ¿Vienes por la entrevista de trabajo, cierto?
—Si, soy Juniper Blair.
Escribe en su ordenador y me alcanza una tarjeta de presentación como la otra vez con mi nombre.
—Piso dieciocho, ahí te dirán que hacer.
Asentí y le agradecí. Fui con todos los nervios al piso que me dijo. Una vez allí fui al pasillo de la última vez y esperé a que alguien saliera de la oficina. Después de unos cuantos minutos mordiéndome las uñas, la puerta de cristal se abrió y Lucinda salió con la mirada puesta en su tablet.
—Lucinda— la llamé y levantó la mirada con el ceño fruncido, pero lo relajó cuando me miró.
—¡Señorita Blair!— baja la tablet para abrazarme con facilidad—. Me alegra verla, venga conmigo.
La seguí por el pasillo de vuelta al ascensor. Me daba miedo volver a ver abrirse ese ascensor y ver que él volvía a salir. Miré al otro ascensor y vi que dos hombres de mantenimiento estaban trabajando en él.
—Se averió hace semanas— me cuenta cuando ve mi cara de curiosidad—, espero que para hoy ya esté listo. Los Larken son insoportables cuando no tienen lo suyo en las mejores condiciones. Para ellos no es opción compartir ascensor con nosotros los simples mortales.
Me reí de su comentario, subimos al ascensor y esta vez no pasó nada de choques imprevistos.
Subimos al piso veinte, supuse que el dieciocho es el de recursos humanos. El veinte es más tranquilo, hay menos personas y más oficinas privadas. Nos detuvimos frente a un escritorio con una pila de hojas, cuando Lucinda las vió suspiró.
—A veces pienso que lo hace a propósito — murmura casi para sí misma.
Revisó el escritorio mientras yo observé todo a mi alrededor. Otra vez no me siento digna. Hay un ligero aroma a lavanda que me enamoró al instante. Todo está perfectamente acomodado, parece como si fuera un dibujo y quién lo pintó se ocupó de no salirse de las líneas. Todo parece estratégicamente colocado en su lugar a los centímetros exactos de los otros objetos. El silencio que hay tampoco ayuda mucho. Apenas llegamos había dos personas de trajes costosos caminando por el pasillo hasta que se perdieron por una oficina. Ahora el silencio sepulcral me hace querer cortarme la nariz para no respirar muy fuerte. Solo que no lo hago para no manchar el perfecto suelo con mi sucia sangre.