Capítulo 21: +18

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Desperté y me estiré en la cama

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Desperté y me estiré en la cama. Cuando abrí los ojos me di cuenta que las cortinas estaban cerradas. ¡Un milagro!.

Estaba sola en la cama, Aaron no estaba a la vista. Aproveché para ir a su lujoso baño y hacer mis necesidades. Me lavé los dientes con mi dedo e hice buches, no quería verme terrible y encima tener mal aliento. Busqué mis bragas por todo el suelo, pero no las encontraba. Ni abajo de la cama ni entre las sábanas. Luego recordé que había pasado con ellas, probablemente aún seguirían en el espejo retrovisor del auto de Aaron. Reí y rebusqué en su cómoda - si, como toda una entrometida - hasta hallar un calzoncillo negro. Me lo puse y me quedaba grande, pero no se me caía...y es cómodo. Busqué mi brasier. No lo encontré, debe estar por algún lado. Así que agarré una camisa de su armario y me la puse, me queda grande y tenía su fragancia masculina. Aspiré con fuerza y salí de la habitación.

Me había olvidado lo lujoso de su departamento. La vez que estuve aquí no tuve tiempo a detallarlo. Ahora sí. Hay cuadros realmente muy hermosos colgados en la pared del pasillo del segundo piso. Intenté recordar si era de algún pintor famoso, pero esas eran piezas únicas.

Me acerqué al barandal de vidrio y apoyé mis codos en él. Desde arriba se puede ver todo. La sala con sillones negros y una televisión enorme. El living con una mesa de mármol blanca con sillas en conjunto rodeándola. Todo es muy moderno y caro. Miré a los ventanales. Todos de vidrio, abarcan toda la sala y la esquina de ella donde hay una silla con un...¿Caballete? Ese trípode de madera que usan los artistas. ¿Aaron pinta?.

Oí ruido en la cocina y me apresuré a bajar de a saltitos por las escaleras. El mármol bajo mis pies es frío, pero es soportable. Llegué a la cocina y me encontré al adonis griego dando vuelta unos huevos en la sartén.

Estaba en bóxers negros, descalzo y sin camisa. Perfecto para mi vista mañanera. Me encanta ver cómo sus músculos se contraen cuando hace movimientos. Estaba escuchando una canción de Queen desde su teléfono a bajo volumen.

—¿Tú pintas?—pregunté de la nada antes de desconcentrarme más.

Se gira y me sonríe con los ojos entrecerrados, se le marca un hoyuelos en una de sus mejillas.

—Chismosa.

—No es de chismosa si lo dejas a mí vista —me encogí de hombros. Me acerqué para ver que estaba cocinando—. Huele bien.

—Obviamente, lo hice yo —vierte los huevos en un plato.

—Cuidado, no vayas a tirar su ego al plato —bromeo.

Él ríe y me mira con una sonrisa. Se inclina hacia adelante y me roba un beso para después seguir sirviendo el desayuno en los platos. Lo ayudé y ambos transportamos todo a la mesa del balcón donde él quería desayunar. Se sentó y le serví el jugo de naranja, luego a mí. Me estaba por sentar frente a él cuando me toma de la mano y me lleva con él, sentándome en su regazo. Sonreí divertida y tomé la taza de café con leche, que no sé cómo hace para que le salga delicioso.

Ni Que Fuera Casualidad [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora