LIBRO 1- Trilogía COMPLICACIONES
June es una chica con demasiadas inseguridades, que oculta tras una sonrisa y una actitud positiva.
Aaron un hombre que se moldeó como un ser correcto y sin fallos.
Él, a veces consciente y otras inconscientemente...
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¿Leucemia crónica mieloide?
¿Qué?
—Se la diagnosticaron hace cinco años— pronuncia Aaron —. Mi madre lo tenía y Rose lo heredó.
Es hereditario, él podría tener. O peor. Violett.
—¿Tú y Violett...?
—No lo sé —ríe pero no le llega a los ojos—. Espero que Violett no lo tenga o me mato...no se qué haría si llegara a tener cáncer.
—Lo siento muchísimo, Aaron —acaricia su nuca otra vez. Él se echa hacia atrás y recuesta la cabeza en el asiento cerrando los ojos.
—Yo también —susurra.
No puedo creer que sea leucemia. Jamás me lo hubiera imaginado. Sabía que asma no era, ni tampoco una infección nasal, pero ¿leucemia?. Eso sí que no me lo esperaba.
Dios se pasa de listo a veces.
Rose no se merece tener una enfermedad terminal. Ella es la persona más buena que he conocido. No se lo merece. Nadie se merece algo así.
—¿Por qué te fuiste? Debe ser duro verla así, pero ¿No deberías estar acompañándola?.
—Si, pero ella quiere que contacte a mi hermana Hanna. Vive en Nueva York con su madrina. Se fue hace tres años para inscribirse en una academia de danza, la mejor del país según ella. Aún tengo la sospecha de que se fue para alejarse de nosotros y salir del ciclo doloroso que estábamos viviendo.
—¿Por la enfermedad de Rose?
—Si. Pero también por mi madre —hace una pausa y mira por la ventanilla—. Murió hace cinco años, casi seis. Sabíamos que en algún momento ella se iría. Pero cuando pasó realmente nos hizo mal. Más a Hanna, ellas dos eran muy unidas. Mi madre era una mujer muy alegre, que trataba de darle esa alegría a todos, era una persona que ayudaba a los demás, que sonreía y alegraba tu día. Era hotelera, le encantaba alojar a las personas en sus hoteles, así fue extendiendo su empresa por el país haciendo cada vez más grande y ella más feliz —sonreí genuinamente mientras veo como un auto pasa por la carretera—. Cuando murió me lo heredó todo, Hanna se quedó con todas sus joyas y su pasión por la danza... A Rose le tocó la peor parte, su enfermedad y su bondad.
No sé porqué pero la manera en la que hablaba de su familia me llegaba al corazón. Tanto que mis ojos ya estaban llorosos.
—Las tres siempre han estado muy unidas. Hanna y mamá compartían shows de danza en el hotel favorito de mamá. Siempre se complementaron y no porque eran iguales. Sino porque eran muy diferentes. Mientras mi madre daba todo por ver bien a todos, Hanna era más rebelde que yo.
—¿Para tanto?— reí. Me limpié las lágrimas antes que él se girara a mirarme.
—Si, si, búrlate, pero Hanna y yo hacíamos las mejores travesuras del barrio. Por poco nos echan.