Capítulo 43: Adiós, Lord Larken

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Me giré en la cama y aún con los ojos cerrados la busqué a mi alrededor, tomándola de la cintura para pegar su espalda a mi pecho

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Me giré en la cama y aún con los ojos cerrados la busqué a mi alrededor, tomándola de la cintura para pegar su espalda a mi pecho. Me acomodé y escondí mi cara entre su hombro y cuello aspirando su perfume natural.

No sabía cómo estaba haciendo, pero cada día que pasaba Juniper Blair se ganaba un poco más de mí. Me estaba volviendo idiota.

Era sabido que desde el primer momento que la vi en aquel bar me atrajo como un imán al metal y estos meses conociéndola me hicieron caer todavía más por ella. Su peculiar personalidad era lo que yo necesitaba en mi vida tan monótona y aburrida. Sin incluir a mi hija, claro está, ella es el sol de mi mundo, pero hablando individualmente solo de mí, mi día a día ha cambiado con la llegada de Blair.

Rose tuvo razón al decir que ella estaba cambiándome inconscientemente. Yo no soy alguien que suele sonreír por cualquier cosa, sin embargo no puedo evitarlo cada vez que la veo. Me hace reír cuando no río nunca. Me hace relajarme cuando estoy más alterado.

Ahora teniéndola a mi lado con el título de novia solo me hace más llevadera la misma vida. Todo se siente más ligero a su lado.

Corro el mechón que le cae por el rostro y mis dedos acarician las pecas de su pómulo. Es preciosa y no entiendo la razón que tuvo su ex al hacerla creer que no. Beso su cuello, la siento estremecerse y una sonrisa aparece en sus labios.

Subo mi pierna sobre las suyas apretándola a mi con fuerza. Un jadeo abandona su boca cuando mis manos suben por su abdomen tocando su piercing hasta llegar a sus pechos.

—¿Ni un "buenos días"?— preguntó con la voz enronquecida.

—Este es mi buenos días — respondo con el tono de voz igual de dormido que el de ella. La volteo debajo de mí y me posicioné entre sus piernas besando su mentón. Sus brazos rodeando mis hombros y clavando sus uñas.

Su piel es besada por mí y mis manos la recorren por completo sacándole las bragas y subiendo sus brazos para despojarla de la camisa mía que lleva puesta. Una vez la tengo desnuda me tomo el tiempo de observarla y todo de mi despierta. Me cautiva, me enloquece y me tiene, cada día que pasa es un día que me gusta más.

Sus manos aprietan mis glúteos firmes y me muerde el cuello haciéndome saber que está igual o más deseosa que yo. Gruño y la beso con pasión. Se deshace de mis boxers sin despegarse de mi boca y mi mano busca su pecho para apretarlo y masajearlo haciéndola jadear. Muerde mi labio y abre aún más sus piernas para mí.

—¿El hombre correcto no va a hacer ejercicio?— comentó mientras su mano traviesa agarró mi miembro para darle atención.

Suelto hacer ejercicio apenas me levanto, tener una vida saludable es primordial. El ejercicio me mantiene en forma y si bien no llevo una dieta estricta, suelo comer lo justo y necesario sin excederme para no dañar mi sistema, tampoco como porquerías en escala como para preocuparme tanto.

Ni Que Fuera Casualidad [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora